sábado, 17 de septiembre de 2016

Desayuno sin diamantes

-Son las 7:00 del domingo 18 de Septiembre del 645 de Nueva Era. Se encuentra usted en el cubículo 21 del hostal linternita, en la ciudad de nuevo Magerit, en Hispanorm, continente Europia. Su acompañante Carlos le espera a la salida del cubículo. Le hará entrega de un uniforme entrecolor aguamarina, por el momento todos los componentes del grupo vestirán este color. Se le recuerda que tiene usted activación de por vida a modo compañero. Se le aconseja a usted que procure tener pensamientos positivos tanto en el desayuno como en la posterior ducha para prepararse a su primera hora y media libre. Guárdese de tener aprehensión alguna, si su ritmo cardíaco o cualquiera de sus constantes vitales se ven comprometidas, el modo compañero se activará automáticamente y le dará diez minutos para cambiar su pauta mental. Si consigue tener tiempo suficiente de recreo le recomendamos que elija material para la siguiente sesión. Por el momento el hostal linternita le ofrece televisión y videojuegos, le recomendamos haga uso cauteloso de ambos, ya que en la primera toma de contacto puede subirle el ritmo cardíaco y la tensión, corriendo el riesgo de derrochar su preciado tiempo iniciático en desconexiones innecesarias.
 
La voz que sonaba en la cabeza de Jorge se repetía cíclicamente desde el estado onírico de su mente, pasando por la somnolencia, hasta la consciencia completa de la última repetición ; un sobresalto mental se impuso a la apertura brusca e inesperada de sus párpados. Su cuerpo deslizó las sábanas, se incorporó, se alisó el uniforme de acusado que aún llevaba puesto y abriendo la puerta cogió la ropa que Carlos le ofrecía, un peine y un cepillo de dientes se mostraban como la cúspide el montoncito liado color aguamarina. Después con el montoncito sobre su antebrazo derecho tomó dirección a las escaleras, seguido de Carlos, al que apenas podía ver, ligeramente hacia la izquierda, con el rabillo del ojo. Podía mover los ojos, sabía que aquel movimiento delataba en muchas ocasiones a los acompañantes, bueno, eso y la frialdad de sus comentarios, pero era un pequeño alivio en la situación en la que se encontraba. Bajando al piso inmediatamente inferior Javier e Ivana se incorporaron tras ellos y, por lo que pudo observar al bajar un piso más, también se les unía un pequeño sequito de desconocidos, cada uno con su pequeño atillo particular.
 
En el comedor reinaba un silencio completo, tan solo interrumpido por los pasos de los acompañantes que se iban congregando. Se situó frente a una silla tapizada de rojo en la ultima mesa del fondo, dando la cara a la puerta por la que había entrado, gracias a ello pudo ver como el cuerpo de Ivana y de Javier se quedaban junto con otros cinco aguamarinas en las mesas a derecha e izquierda de aquella puerta, mirándola, Carlos se colocó a su izquierda. Aquellos tenían buena pinta, saludables, lozanos y de complexión atlética; además de ellos, en la estancia había otros diez compañeros, con otros uniformes de colores varios, en otras mesas, frente a otras sillas; de golpe todas las sillas fueron movidas por los allí presentes, todos los cuerpos se sentaron y tres camareros entraron con café y tostadas que colocaron en cada mesa en la que estaban ya dispuestos los platos, las tazas y unos pequeños boles con mantequilla y mermelada. Lo más chocante del paisaje que se dibujaba en la mente de Jorge era la diligencia con la que todos al unísono realizaban sus respectivas ingestas.
 
-Se le recuerda que debe tener pensamientos proactivos para su entrada exitosa en el tiempo de ocio.
 
La voz en su cabeza sonaba justo cuando ingería el ultimo pedazo de su segunda tostada.
 
-Bien- Se dijo- Debo de pensar en positivo- Y justo entonces contempló con horror, siempre mental, cómo todas aquellas personas, él incluido, se llevaban una servilleta a los labios y sosteniéndola con la izquierda se levantaban, colocaban las sillas con la derecha y se encaminaban a la puerta de salida donde hechaban el pedazo de tela en un cubo naranja.
 
El último en salir fue él y fue para darse cuenta de que todos sus compañeros le esperaban en dos filas, dejándole un estrecho paso entre ellos, para seguirle, en formación, tal y como hubiesen bajado. Al fondo del pasillo de aquella planta dos puertas separaron a los hombres de las mujeres, y un vestuario de reducidas dimensiones acogió los cuerpos que se desnudaron mientras perdían control de sus ojos, de forma tal que nadie podía observar a nadie y la intimidad quedaba protegida. Cada uno, sin exclusión, se dirigió a una pequeña ducha, cada una separada por un par de paneles de las contiguas. Unos botes, colgados de la pared, contenían jabón y pasta de dientes, y pegado a la pared un peine. Del techo, al terminar, unos secadores, de viento huracanado, hicieron las delicias de los más frioleros.
Con la misma espeluznante fluidez con la que se habían duchado, comenzaron a vestirse, mientras alguien cogía toda la ropa usada y se la llevaba del vestuario.
 
-Se le recuerda que debe tener pensamientos proactivos para su entrada exitosa en el tiempo de ocio.
 
-Una mierda pensamientos proactivos- exclamaba en su interior.- Esto es demencial.
 
De vuelta a su cubículo fueron abandonándole todos los recientes avistados.
 
-Bienvenido a su cubículo. Su tiempo de ocio comenzará en 15 segundos, 14, 13, 12, 11, 10.
 
-Bueno, respiremos, al menos conseguiré saber como es la televisión.
-7,6...
-Seguro que no es para tanto
-3,2,1,0
-¡Dios! Puedo hablar, y moverme
-Ritmo cardiaco en alza, alarma en 3, 2
-Bueno, como era esto, calma, no va a pasarme nada.
-Entrada aceptada, se continúa con la monitorización.
-Buf, eso, relajación, es lo que me hace falta.
Dijo en voz alta alegrándose de escuchar su propia voz, de mover su lengua, de tragar su saliva, pero sobre todo de respirar hondo por si mismo.
Se atusó el cabello y se sentó en el borde de la cama. En la pared lateral del cubículo una pantalla adosada a la pared le esperaba, al lado una lista de instrucciones le indicaba la forma de encenderla, apagarla, y que botón debía pulsar para cambiar el volumen del sonido y el canal. Terminaba con una advertencia que dictaba así: -Recuerde que la televisión puede ser perjudicial, se le recomienda que preste atención a su cuerpo, la programación de los canales está avalada por siglos de experimentación, puede acceder a contenido específico, pero no se recomienda. Los canales avalados tienen un ciclo de 6.000 horas, puede cambiar el punto del ciclo para compartir visionado con otros compañeros. Se le recomienda que preste atención a su cuerpo.
 
Jorge se sentó, respiró y apretó el botón de encendido.
-¡Bienvenidos al show Ruleta de la Fortuna!
-Una mujer de mediana edad gritaba en la pantalla llena de colores-
-Hoy con nosotros Inma... Raúl... y ... Francisco
-Alerta, Tiempo de ocio suspendido, reintegrando constantes vitales.
La voz en su cabeza resonaba mientras su mano era redirigida al botón que servía para inutilizar la pantalla.
-No, no, otra vez no.- Pensaba.
-Constantes vitales reintegradas, se aconseja tener pensamientos proactivos para su reentrada exitosa en el tiempo de ocio. Reentrada en diez minutos.