viernes, 16 de diciembre de 2016

Nueva casa


Son las 7:00 del lunes del lunes 19 de Septiembre de Nueva Era. Se encuentra usted en su cubículo base en Vistabelinda en la ciudad de nuevo Magerit en Hispanorm, continente de Europia. En el día de hoy, de forma guíada, se duchará y desayunará en su cubículo; le rogamos preste atención a los hábitos saludables que forman parte del programa, es probable que en el futuro se le dé tiempo de ocio, adicional, para que realice estas taréas por sí mismo. La ropa elegida hoy para usted es un uniforme entrecolor aguamarína, por el momento todos los componentes de su grupo vestirán este color. Se le recuerda que tiene activación de por vida a modo compañero. Se le aconseja a usted que procure tener pensamientos positivos tanto en el ducha como en el desayuno para prepararse a su tiempo de ocio. Guárdese de tener aprehensión alguna, si su ritmo cardíaco o cualquiera de sus constantes vitales se ven comprometidas, el modo compañero se activará automáticamente y le dará diez minutos para cambiar su pauta mental. El día de hoy le ha sido asignado por completo como tiempo de libre, deberá sin embargo ordenar sus enseres y habituarse a su cubículo base, por lo que, aunque su cubículo base dispone de tv y videojuegos estos permanecerán desconectados, si puede elegir la programación y consultar sus manuales de instrucciones, seleccionar música para entrada en sueño y elegir voz de adiestramiento. Puede así mismo seleccionar la ropa que sus ayudantes vestirán mañana, instruirse en la biblioteca básica a su disposición y consultar otras disposiciones en la tableta que tiene en su escritorio. Le deseamos que tenga un buen día. Recuerde memorizar los hábitos de higiene recomendados. “Bueno, pués ya estoy despierto” Pensaba Jorge mientras su cuerpo se deslizaba de las sábanas, se quitaba el pijama y se dirigía a la ducha, no pensó mucho más, ya que se quedó mentalmente absorto mientras sus sentidos absorvían las sensaciones que le circunvalaban.

La habitación, que apenas había podido observar al acostarse la noche anterior, era algo mayor que su piso de rojo, de forma rectangular tenía la promesa de un acceso, cubierto por blancos visillos, a una terraza, un enorme escritorio, frente de la cama, al otro lado de la puerta al exterior, una enorme librería con una balda vacía, la puerta de salida del cubículo, donde aguardaban sus tres maletas, un baúl, un sillón con orejas y, en la misma pared de la cama, dos puertas . Tales eran las cosas que ahora, de día, al dirigirse a la puerta más cercana a la cama, veían sus ojos. “Parece que por fin voy a saber lo que es una bibliotéca” Pensaba mientras abría la puerta.

Al entrar en el baño se hubiese quedado de piedra, de haber podido; además del bidét, del sanitario propiamente dicho, de un lavabo y un plato de ducha, había una enorme bañera. Lo más impresionante, además del tamaño de la bañera, era la decoración: Las plaquetas del baño eran gris claro con bandas doradas antideslizantes, un gris claro azulado, bordeado por un rodapié completamente dorado, desde allí, los azulejos enormes, hasta la cenefa, tenían un entrelazado de hojas azules sobre un gris aún más claro, la cenefa del mismo dorado que el rodapié y las franjas del suelo, y de la cenefa al techo azulejos de un casi blanco. Deslumbrante todo para Jorge, mientras corría la mampara del plato de ducha, se agolpaban en su cabeza las estanterías y el mueble del lavabo simulando pino, la iluminación intensa, de base led, pero sobre todo, los dibujos iluminados y cambiantes, de formas y colores, de los cristales de la ventana exterior y de la propia mampara. Al entrar en la ducha tres barras doradas, comenzaron, en diversos puntos, a borbotear pequeños hilos de agua iluminada; su cuerpo cerró la mampara, su voz pronunció:

-Ducha convencional, treinta y siete grados.

Inmediatamente los chorros de agua se dispararon sobre su cuerpo en ondas de intensidad que variaban rápidamente desde la cabeza a los pies y la voz de su cabeza aclaraba:

-Observe la estructura gramatical al elegir el programa de ducha, primero el tipo de ducha y luego la temperatura base, opcional después programa de luces, es posible elegir programas por número, para su facilidad de uso, puede invocar este programa “ducha convencional, treinta y siete grados” cómo “programa básico” o cómo “programa uno”, tiene alternativas explicadas en su tableta. Se le recuerda que debe tener pensamientos proactivos para su entrada exitosa en el tiempo de ocio.

Tras la ducha las tres barras doradas comenzaron a expulsar aire templado.

-No debe preocuparse, no habrá ningún problema con los chorros de aire; el chip natal indica la posición de su boca con respecto a los mismos, basta con colocar la nuca frente a la barra central para que se dé prioridad al secado del cabello. Se le recuerda que debe tener pensamientos proactivos para su entrada exitosa en el tiempo de ocio.

“Proactivos” “Pensamientos proactivos es lo que me va a sobrar para disfrutar de mi tiempo de ocio”

El cuerpo de Jorge salió del baño ataviado con un suave y mullido albornoz, calzado con unas pantuflas recogió la ropa que había dejado sobre la cama al levantarse y la colocó en un canasto entre la puerta del baño y la adyacente, entró por esta última.

Una pequeña cocina, con pequeños electrodomésticos, con un armario alargado para limpieza, con otros bajo una encimera y un pequeño taburete, dieron, a pesar de ser insólitos en la idea que Jorge tenía de “casa”, un pequeño respiro en su cabeza, ya que además de ser todo blanco, sin lujos, la pequeñez, adecuada a su individualidad, le extrañó sobremanera: estaba acostumbrado a las cocinas y comedores comunitarios de los rojos.

-”Una dieta adecuada contiene en el desayuno: lácteos, frutos secos, algo de fruta, cereales…”

“¡Me voy a poner las botas!” Pensaba Jorge.

Su cuerpo cogió de los armarios unas diminutas bolsitas de colores dispares con letras enormes, también otras bolsitas con franjas negras y blancas del frigorífico.

“Cuatro bolsitas en total, bueno no es tanto, son pequeñas.”

Al abrir las bolsas sobre una bandeja con cuatro departamentos vió que tenía ante sí cacahuetes, gajos de naranja, una pequeña cuña de queso y unos cuantos copos indeterminados. Abriendo un cajón cogió una cucharilla y procedió a la ingesta.

-“Su tiempo de ocio comenzará en 15 segundos, 14, 13, 12, 11, 10, 9”

-”Calma, sobre todo calma, que no me venza la euforia”

-”3, 2, 1”

-¡Sii!

-”Ritmo cardiaco en alza, alarma en 3, 2, 1”

-Respira, respira...

-”Alerta, Tiempo de ocio suspendido, reintegrando constantes vitales. Constantes vitales reintegradas, se aconseja tener pensamientos proactivos para su reentrada exitosa en el tiempo de ocio. Reentrada en diez minutos”.

-”Dios y tengo todo un día para estar aquí”

Al reintegrarse al tiempo de ocio, lo primero que hizo fué ir a la terraza, y lo segundo quedar en la entrada de la misma otra vez en modo compañero, sin poder moverse, pero con unas vistas increíbles a los jardines del palacete. La terraza tenía unos cinco metros de largo y, aunque desde la barandilla hasta el techo que conformaba la terraza de arriba tenía un enrejado, este enrejado era fino y dejaba la vista clara de una mañana admirable. Los diez minutos de las vistas, del aire fresco, de la sensación de libertad de la amplitud, aún inmovilizado cómo estaba, fueron suficientes para las primeras tres horas de disfrute de su cubículo. Se dedicó en ellas a retozar sobre las sábanas de algodón, a jugar con los visillos, a darse una segunda ducha, a recorrer con las manos las superficies de los muebles. Primero los del baño, después los de la cocina, mirando las bolsitas con sus letras: manzana, plátano, avellanas, leche, avena, trigo inflado, arroz… Había otras mayores: Tomate, lechuga, ternera, cerdo, pollo… y otras más pequeñas aún: orégano, pimienta, sal…

-”Se le recomienda haga una pequeña ingesta”

-¡Mira, en eso estaba! Creo que voy a probar la manzana y el plátano.

-”Recuerde que debe ordenar sus objetos personales”

-¡Si, claro! Pero déjeme comer primero.

Y entonces se acercó a la librería, “la biblioteca”, y allí estaban: libros y más libros, una balda entera de literatura, otra de libros técnicos de programación, otra de ciencias matemáticas, otra de ciencias de la naturaleza… ¡Biología! ¡Medicina!

-”Alerta, Tiempo de ocio suspendido, reintegrando constantes vitales. Constantes vitales reintegradas, se aconseja tener pensamientos proactivos para su reentrada exitosa en el tiempo de ocio. Reentrada en diez minutos”.

A lo largo del resto del día, además de comer, colocó sus agendas, sus libros, la ropa, en el armario del cuarto de baño… y disfrutó, disfrutó como nunca antes recordaba haber disfrutado.



Comenzaba a anochecer cuando, tumbado en la cama y bastante agotado, comenzó a remembrar la conversación con Iridia. Casi todo había comenzado con preguntas del miembro Iris a su persona y por supuesto a sus respuestas, parecía que Iridia estaba interesada en cada pequeño aspecto de su biografía, después prosiguió con preguntas sobre su entorno inmediato, pero cuando a ella realmente le brillaron los ojos fué cuando indagaba entre cada sorbo de información sobre aquél “amarillo” que le proporcionase en el pasado tantos libros. Apenas había podido ofrecerle algo más que la disposición de aquella casa, el tono de voz, palabras sueltas en un escaso diálogo… Ni siquiera podía decirle la dirección o la fecha exacta de aquella visita. Los libros, aquellos libros, sus libros estaban a disposición judicial, simplemente los había perdido, pudo sin embargo proporcionar sus títulos, algunas de las notas tomadas al margen, el contenido general. Iridia cambió el tema de sus pesquisas un par de veces, preguntó por su época escolar, por los contenidos de la misma, por sus profesores en primaria, tan solo para regresar al tanto al mismo punto, repitiendo incluso las cuestiones literalmente. El buda, el sonido del agua que surgía en pequeños hilillos cercando su figura y el fresco olor de aquella vegetación, parecían envolver su fragilidad, la fragilidad de su asiento y de la mesita que le separaba de la mujer, un sentimiento de que un ente más sólido estaba dispuesto a aguardar toda una eternidad para acogerle entre sus brazos hizo presa en el. Se había volcado, literalmente, en intentar satisfacer la curiosidad del miembro Iris. Ahora, tras las largas horas de disfrute, de olvido del significado de la palabra “condena”, un leve sabor amargo hizo presencia en su boca: pensamientos y emociones de reticencia hacia la enorme suerte que parecía haber hecho presencia en su vida, dudas sobre permanencia de la misma y un leve sentimiento de culpabilidad por haber hablado tan abiertamente sobre la persona de aquel “amarillo” con una completa desconocida hicieron una presencia consistente que le estropeó lo que quedaba de su tiempo de ocio. 



Casi compungido, por el choque de emociones, trató inútilmente de centrar su atención en un voluminoso tomo de literatura del estante superior. Cuando llegó la hora de dormir sabía que no tendría buena noche, su cuerpo sería lo único que podría sobrepasar la incertidumbre de su suerte.

miércoles, 30 de noviembre de 2016

Razones

Saliendo de casa de Leonora dos niñas de medio metro de pelo rosado se les acercaron volando.
-¡Señora, saquenos de aquí, por favor!
-¡Por favor señora!¡Llevenos fuera!
Las niñas suplicaban y lloraban aterrorizadas, pero Iridia continuó avanzando hasta la salida sin inmutarse. Apenas un par de metros antes de la puerta las niñas se retiraron apesadumbradas. Iridia y Jorge se introdujeron en la sala que les hubiese abierto las puertas a ese otro mundo para volver a pasar cinco minutos en la misma.
Jorge se preguntaba "¿Qué les estará pasando a esas niñas para comportarse así?" "¿Porqué un miembro de la red Iris no hace nada?" ¿No me dará Iridia ninguna explicación?" "Qué crueldad"
Los cinco minutos pasaron en absoluto silencio, y pasaron diez más en la puerta firmando documentación en la entrada, y otra media hora esperando al equipo dentro del autobús.
Cuando estuvieron todos dentro Iridia habló:
-Bueno chicos, cada uno habrá tenido su experiencia. Reserva genética es otro mundo. Literalmente. Bueno o malo no tenemos jurisdicción sobre el, tiene sus propias normas y no debemos bajo ningún concepto inmiscuirnos en sus asuntos. Ahora a cantar.
Todo el autobús retomó la canción que entonase al acercarse a Reserva genética, cada cuál con su experiencia particular, Jorge con el mal sabor de boca de que Iridia ni siquiera les preguntase a las pequeñas cuál era su problema.
-Por el monte las sardinas tralara, por el monte las sardinas tralará...
 
Tras una hora larga de estepa las áreas de las diversas redes fueron comenzaron a sucederse, esta vez en orden inverso, con sus edificios y con sus parques, fuentes y habitantes. Jorge ya no pensaba en la televisión, pensaba en qué habría podido hacer él en reserva genética de haber podido disponer libremente de sus movimientos. Pensaba que al entrar seguramente se habría puesto a saltar de gozo al ver la diversidad de individuos allí presente, y pensaba en cuál habría podido ser su error, a tenor de la ultima escena que había vislumbrado al salir de aquel mundo. Siempre había odiado la estratificación en redes, pero nunca se había planteado con qué podría sustituirla, ahora, al saber que existen otras cosas le picaba el gusanillo de plantearse qué es lo que le satisfaría a él. A fin de cuentas era ahora, cuando no tenía que mantener la atención para realizar bien su trabajo, cuando podría pensar y repensar todo lo que quisiera. Tal vez algún día, si elaboraba alguna teoría, en su tiempo de ocio, cuando dispusiese de palabra abierta, serviría de algo.
 
-¡Por fin en casa!- Exclamó Iridia.
Acababan de aparcar en un frondoso parque lleno de abedules, frente a un inmenso palacete de tres pisos de estilo neoclásico. Las enormes puertas de entrada estaban guardadas por dos dragones holográficos que interaccionaban con los que entraban gruñendo, mirando y amenazando, según quién fuese. El grupo direccionó, con Iridia a la cabeza hacia los escalones de acceso, el dragón de la derecha se calmó y se sentó, mientras el de la izquierda comenzó a mover divertidamente el rabo e inclinar juguetonamente la parte superior de su cuerpo, Iridia acercó su mano a la cabeza y realizó todos los ademanes de caricias que parecía solicitar.
Al traspasar las puertas Iridia exclamó:
-¡Tiempo de ocio para todos en quince minutos! ¡A vuestros cubículos! Tu no Jorge, tu te vienes conmigo.-Y con un par de palmadas agregó: -Palabra abierta.
Los ojos de Jorge estaban casi saliéndose de sus orbitas, la respiración abría sido jadeante si respondiese a su actividad mental.
-Gracias. Gracias Iridia.
-No hay de qué, sígueme.
Mientras Jorge seguía a Iridia pudo observar como todo el grupo se dirigía a las escaleras.
-Los cubículos están todos arriba Jorge, es allí dónde van: al último piso. No te preocupes por ellos, tendrán un poco de tiempo libre y luego gimnasio, más tarde cenarán, seguro que te da tiempo a cenar con ellos. Pero me temo que hoy no verás más televisión. Me gustaría que me contases algo de tu historia, algo he leído, pero me sigue pareciendo sobresaliente.
-Pués... Yo soy rojo. Trabajo, trabajaba cómo barrendero. Mucho. Quería subir de nivel, pero no tenía cómo. Buscaba libros para hacerlo, pero no había. Con mucho esfuerzo conseguí llevar el camión y conocí gente, personas. Allí conseguí libros de electricidad. Me presenté a exámenes y me hice electricista. Subí de nivel a rojo medio, pero seguía sin conseguir libros. Los naranjas se reían de mi cuando les pedía libros. Iba por las casas y de cuando en cuando el sistema informático me mandaba a otras redes, casi siempre a las naranjas medias y altas, los naranjas bajos se arreglan ellos mismos las cosas. Un día conocí a un amarillo amable, era simpático, me preguntaba por mi vida, me dio unos libros. Me dijo: Cuídalos mucho, un libro es un tesoro. Eran de informática, sistemas operativos, programación, redes informáticas. Los leí y estudié. Cada vez que...
-No te preocupes- Interrumpió Iridia- Sigue contando la historia. Vamos a irnos a un jardín reservado. Como puedes observar este palacete no es solamente mío, somos varios aquí y está bastante transitado hoy, la zona central de la parte baja del edificio contiene salas para conversaciones privadas. Ahí nos dirigimos ahora. Tu relato sigue pareciéndome muy interesante, aunque te recomendaría que elaborases un poquito más tus cortas frases.
-Lo siento, no estoy acostumbrado a hablar mucho. Mucho menos con un Iris.
Mientras hablaban habían ido pasando de la entrada principal, donde charlaban animadamente un par de grupos de Iris, a uno de los dos corredores centrales que, paralelamente, enmarcaban, mediante dos muros completamente transparentes, un alargado jardín enclaustrado en el edificio. La obscuridad del cielo, en la recién comenzada noche,  resaltaba contra las luces insertadas entre el verdor de palmeras, helechos, orquídeas y otras plantas delicadas.
-Inténtalo. Vas a tener tiempo ahora.
-Pués... Cada vez que pedía libros de informática, a los amarillos que me encontraba, se reían de mí. Me llamaban rojo. Me tiré años así. Pero poco a poco, fui consiguiendo los que pedía.
-Cielo, no me extraña que se riesen. Primer punto: no hay informáticos ni en red roja ni en red naranja, ni siquiera estoy segura de que haya muchos en amarilla baja. ¿Querías saltar directamente todo un color?. Segundo: ¿Pretendes que en una relación laboral la gente de redes bajas te dé conversación? Y la más importante, la que quiero que me contestes ahora: ¿No sabes qué es una biblioteca?
Los corredores tenían puertas cada prácticamente dos metros. Irida puso su mano sobre un pequeño saliente en una de ellas y ésta se abrió ante ellos. Detrás un pequeño banco y una mesita, frente a una estatua de un buda sonriente y feliz enmarcado por un montón de cintas, spatifilum y otras plantas de interior les aguardaban.
-Pasa- Dijo Iridia.- Vamos a sentarnos.
-¿Una bibliografía?
-No, cielo, no. ¡Una biblioteca, por Dios!
-No. ¿Qué es?
-¡Madre de Dios! Una biblioteca es un lugar dónde se almacenan libros y más libros. Aunque las hay privadas, casi cualquiera puede leer libros de cualquier tema hasta hartarse en las bibliotecas públicas. Y las bibliotecas públicas son de acceso universal.
-Yo no conozco ninguna biblioteca pública.
-¿Has salido alguna vez de tu zona roja para ir a pubs de red naranja? Si no me falla la memoria aún está permitido. La mayoría de las chicas rojas que buscan pareja viven en ellos.
-Una vez fui a uno, pero me dolía la cabeza con la música.
-¡Por cristo bendito! Normal que no conozcas una biblioteca entonces. Suelen estar ubicadas al lado. Es una norma generalizada. Y claro... es absurdo poner una biblioteca en una zona roja. Incluso sospecho que no eres muy popular entre los rojos.
-No, no lo soy.
-Ya, entiendo...-Iridia  -Supongo que tampoco has tenido la suerte de dar con ningún consejero educacional.
-No. He oído hablar de ellos, pero nunca he visto ninguno.
-Quizás después de todo no te merezcas una palíza.
 

jueves, 22 de septiembre de 2016

Reserva genética

Según el autobús iba atravesando las zonas correspondientes a las diversas redes los cambios de las estructuras que las conformaban resultaban chocantes. El motivo fundamental era que él apenas había salido de su zona, y aunque en las inmediaciones de esta, se podían divisar una zona verde y otra naranja, tenía restringido el acceso y la naturalidad del contacto las había mantenido en su pensamiento como cualquier otro recorte del paisaje; aún en las ocasiones en las que había tenido que traspasarlas la velocidad y el cambio habían sido otros. Ahora estaba siendo distinto, las zonas verdes gozaban de árboles y fuentes, las amarillas eran edificios altos y casi tan abigarrados como los rojos, pero las zonas índigo apenas tenían tres alturas de construcción y las Iris, las Iris eran palacetes rodeados de un verdor esplendido, con centenares de compañeros recortando y regando las amplias zonas de ocio. Las atravesaron una tras otra, alternándose con contrastes de sobresalto o ascendiendo y descendiendo con rubores de una continuidad fluida.
Durante tres horas de marcha Iridia se mantuvo absorta en sus informes, hasta que, en mitad de la una estepa apareció una enorme burbuja de cristal, casi tan grande como una montaña natural.
-Bueno chicos, -dijo Iridia- Cantad para mi. - Y, chascando los dedos, todo el autobús comenzó a retumbar con una antigua canción-
-Vamos a contar mentiras, vamos a contar mentiras...
-Bien, muy bien, así me gusta chicos, más alto.
-por el monte las sardinas tralara, por el monte las sardinas tralara....
-Verás Jorge, Jorgito mío, tú puedes dejar de cantar, prefiero que escuches. Esta enorme bola que ves al frente es reserva genética. Hace muchos, muchos años, varios siglos en realidad, una mujer especial fundó reserva genética. Hasta entonces se habían dado muchos problemas, la desaparición de las abejas entre otros. ¿Lo conoces? No seguramente no. El caso es que entre todos los problemas ese fue uno de los fundamentales, la desaparición de las abejas. Claro que tú has visto abejas, ¿Cómo podrían haberse extinguido? En realidad las abejas de hoy en día son un rescate de los genes conservados en trozos de ambar, fundamentalmente, también de los últimos ejemplares congelados para su conservación y otras fuentes similares. Hubo un periodo bien largo de abejas mecánicas. Lo del ámbar es muy bueno, una resina que atrapa insectos, los cubre y luego mineraliza, pura naturaleza útil.- Decía Iridia- La humanidad lo pasó realmente mal en aquél chance, por aquél entonces se había puesto de moda la modificación genética humana y otras aberraciones similares, digamos que se habían dado a la existencia libre y dispersada los más variopintos fenotipos de seres mutados. Seres que vivían doscientos años, otros que brillaban en la oscuridad... Sin embargo Jalea era una mujer excepcional como ninguna, era telépata y poseía olfato para el genoma. Aquella mujer afirmaba que "los naturales" eran más felices, que aquello no tenía discusión, que las abejas mutadas, para adaptarse a las nuevas razas de polen, morían de tristeza, que no podían sobrevivir a su melancolía; e inició el mayor movimiento político jamás seguido. Se trataba de devolver el mundo a los naturales, no solo a los humanos, sino a todo el reino vegetal, al animal y a los vínculos entre ellos; fue consciente sin embargo de que no se podía exterminar a los artificiales, de que estaban vivos y necesitaban su hueco; es más, en muchos casos era indispensable contar con ellos, la misma Jalea era un ejemplo, podía saber en tres segundos si lo que tenía delante era natural o producto de la ingeniería genética, ella no podía autoabandonarse a la extinción. Y ese fue el principio de las reservas genéticas que se hallan dispersas por el mundo... Ya llegamos, verás cómo te va a gustar.
Mientras el vehículo se aproximaba al enorme balón cristalino se iban haciendo más y más nítidos los grandes edificios en su interior, la mayoría eran rascacielos cuyas ventanas parecían estar más conglomeradas de lo habitual, otros serían normales si no fuese por la falta de cristales en las mismas.
Pararon a unos cien metros de lo que parecía ser la puerta de entrada, al lado de una taquilla similar a la de los parques de atracciones.
-Venga chicos, dejad de cantar, todos abajo, dejemos el equipaje aquí.
Todo el séquito bajó del autobús y tras ellos Iridia y el grupo principal
-Veréis, ahora os van a dar un pinchacito, será algo de nada, con un poco de suerte, dentro de poco tiempo tendréis un primito en las ciudadelas del mar, será feo de narices, pero tendrá branquias y todo. Colocaos en fila frente a esta señorita para que os saque la muestra.
La señorita medía apenas un metro diez y tenía que subir y bajar de un taburete de madera para tomar las muestras, su pelo era negro azabache y su piel blanco lechosa tenía un punto azulón, sus ojos, de un verde ordinario proporcionaban un breve punto de confianza en el resto de su aspecto.
-Bueno Jorgito, estamos en la aduana de reserva genética. Este es el trato con ellos, ellos se mantienen aislados y nosotros les entregamos muestras para sus estudios, ellos nos proporcionan individuos para labores específicas, como fue el caso en sus tiempos de las ciudadelas del mar, y nosotros el avituallamiento que nos pidan. El asunto es algo más complicado, pero en resumen deberás conformarte con eso, si no has oído lo de las ciudadelas del mar no te preocupes, ya tendremos tiempo de solucionarlo. Y ahora nos toca a nosotros. ¡Chicos, cada uno deberá coger papel y bolígrafo y acompañar a un asignado para apuntar su pedido! Nosotros no, Jorgito, Ivanna, Carlos, Javier y yo nos quedaremos juntitos. ¡Hola Patricia! Hacía tiempo que no nos veíamos.
-Hola Iridia, veo que nos traes muchas muestras frescas hoy.
-Va, lo de costumbre.
Y Patricia tomó las últimas muestras, incluyendo la de Jorge, una primera puerta se abrió y permanecieron en una amplia sala cerrada por más de cinco minutos, después se abrió otra puerta enfrente y todo un universo de vida extraña apareció ante ellos.
-No te asustes por su altura, está de moda la miniaturización, les proporciona ventajas, ya sea de espacio de vivienda asignada o de derechos de aumento de progenie. A fin de cuentas ¿Qué más dá un gen o dos mas modificados.
Ante los ojos de Jorge individuos de apenas un metro desde la coronilla a los talones exibían sus alas coloreadas en pleno vuelo, niños rabicortos y rabilargos se confrontaban en un partido de futbol en el parque que tenían frente a sí. Palomas con tres ojos se disputaban los restos de un sanwiche de mortadela abandonado bajo una papelera y tres perros cuyas patas traseras se parecían a las de un canguro trataban de jugar con un enorme indivíduo alargado cuyas manos sostenían un frisbie.
-Bueno, este debe ser uno un poco anticuado. Tiene que haber de todo.-
Los compañeros se dispersaron cada uno con su libreta mientras Iridia emprendió el paso hacia una diminuta caseta verde.
-Aquí, en mitad del parque vive Leonora, es buena gente, pero necesita oxigeno, mucho oxigeno, el oxigeno es caro, por eso Leonora es tan activa en el intercambio, siempre saca su propio pedacito de la tarta.
-Hola Iridia. Siempre puntual, me alegro de verte.
-Hola Leonora, hoy necesitamos encargarte un par de decenas de individuos con resistencia al calor, nos hacen falta para trabajos puntuales de construcción, pero de apariencia normal, que puedan vestir nuestro rojo sin llamar la atención. tres con visión infraroja, para aduanas, la policía espera un recrudecimiento de tráfico de animales este año. Nos vendría bien que nos proporcionaras más de esa crema hidratante de la última vez, la de prueba, estamos aplicándola para regeneración heridas, era muy chula. Y bueno, lo de siempre...
-Eso está hecho. Veo que traes compañeros nuevos. ¿Qué pasó con los últimos? ¿Los licenciaste?
-No creo que este sea el mejor momento Leonora, ya te contaré.
-Bueno, lo dejo todo apuntado, lo mandaremos como de costumbre. Pero has traído muchas muestras nuevas. ¿Quieres que te apunte la diferencia  o prefieres pedir algo personal?
-Apúntamelas todas menos una, esa será un pedido de oxígeno artificial, de ese que embotellais especialmente condensado.
Y con un guiño de ojos entre las mujeres el acuerdo quedó cerrado y volvieron al autobús.
-¿Que tal Jorge? ¿Te ha gustado la visita? Solo esperamos a que todos acaben y volvemos a casa.

 

domingo, 18 de septiembre de 2016

Principio

A las nueve y cuarto, Jorge, había conseguido tener una hora completa de tiempo de ocio. La voz le había ido informando cada diez minutos del lapso que le quedaba para disfrutar de su periodo de libertad. 
La experiencia había sido incluso grata; no es que mereciese cometer un delito para emprenderla, pero nunca hubiese imaginado que ver aquel concurso y un episodio de se ha escrito un crimen fuese tan interesante. Se podía aprender sin necesidad de tener que acudir a un naranja para que le consiguiese a uno un libro. El ver a aquella señora detectivesca buscando los motivos del crimen... Tenía algo en que pensar mientras su cuerpo se movía de nuevo automáticamente. En realidad raras veces había tenido ocasión en su rutina de rojo para obtener tantos estímulos, descontando el momento en que hackeo el automovil de red iris. Aquello había puesto a prueba su resistencia a la adrenalina, pero ni siquiera los libros que había utilizado podían compararse a la televisión. En eso iba pensando mientras tras salir del cubículo, acompañado por Carlos, iba reuniéndose con todo su grupo. Salieron del hostal y se dirigieron a un autobús, salieron de la zona media y se pusieron en ruta a una zona alta mientras la voz le informaba, de que iban a encontrarse con el acompañado, los protocolos que guardarían sus cuerpos, los motivos sociales de dichos protocolos, la estructura jerárquica de la sociedad y otros datos edificantes a los que su mente no hizo ni un miserable guiño, absorta como estaba en la rememoración de cada uno de los momentos cumbre del episodio y en preguntarse cómo serían los videojuegos.
Pasada una media hora de camino el autobús paró a la entrada de un palacio jurídico de orden superior; el grupo bajó, la rampa para las maletas descendió hasta el nivel del suelo, permitiendo que el equipaje tomase formación en hilera justo detrás del grupo y, una vez concluida la alineación precisa, Jorge y Carlos bajaron también para colocarse al frente del personal y del aparejo.
Apenas unos minutos después vieron la altiva silueta de una Iris que se les aproximaba, morena, de ojos castaños, de frente ancha, de estatura baja para ser una Iris, pero con la autosuficiencia clásica de la clase.
-Hola. Vosotros debéis ser mis nuevos compañeros. Je je je , ya os iré conociendo a todos, cuando vaya sacando tiempo. Bienvenidos. Os ruego que no os asustéis demasiado con lo que iréis viendo, todos vosotros habéis traspasado los límites, así que os han asignado a modo compañero para que os eduquéis en campo. Resulta sencillo tratar las normas sin respeto, estoy convencida de que conmigo y con mis tareas aprenderéis a apreciarlas. 
La voz de la Iris denotaba fuerza y seguridad, pero también llevaba una fuerte carga de cinismo.
-Me llamo Iridia y para el que quiera hacer chistes de asociación de mi clase y mi nombre habrá consecuencias, así que no os lo aconsejo. Menos el compañero líder y su escolta podéis romper filas, confío plenamente en que está todo en orden. 
El grupo comenzó a subir al autobús y las maletas a subir de regreso por la rampa.
-Esto va a ser gracioso, Ivana hará de conductora auxiliar, no conviene tener un transporte dirigido unicamente por ordenador. ¿Verdad Jorge?- La mirada que acompañaba las palabras era fría, dura, demoledora.- Verás Jorge, hoy tenemos un pequeño trabajito para nosotros, vamos a ir a reserva genética. Me encantaría que te resultase horrible, pero para qué nos vamos a engañar, seguro que te encanta. Te encanta inmiscuirte en el sistema. El caso es que te sentarás delante, conmigo, Carlos y Javier irán detrás nuestro, te iré informando de las características del trabajo y serás observador de primera mano de la valía de un miembro Iris. Por mi parte preferiría que te diesen una pequeña paliza primero, pero resulta protocolariamente incorrecto. ¿Has estado atento a las instrucciones de protocolo? Seguro que no, seguro que tu mente ha estado divagando acerca de las ventajas de ver televisión o de jugar videojuegos, todos los compañeros sois iguales. No te preocupes, te lo repetiran convenientemente al menos una vez al día, todos los días tendrás tu lección teórica de civismo, hasta el fin de tu condena... ¡Ah! que tienes asignación de por vida... Huy, perdona, no lo recordaba. En fin, montemos en el autobús.
Jorge y Carlos subieron tras Iridia al autobus, la mujer esperó a que Jorge tomara el asiento de la ventanilla y se sentó a su lado. Las puertas se cerraron y el vehículo emprendió la marcha.
-Bueno, pelillos a la mar. -La mujer se colocó unos auriculares y Javier le proporcionó un pequeño portátil en el que podía ver cifras y mas cifras, asociadas a nombres de persona y figuras de moléculas.-Ahora a empaparse. No creo que te interese esta especialidad, así que no pienso darte muchas explicaciones, esto son personas, las cifras indican valores como potenciales, disponibilidad, estaturas, las moléculas son más interesantes, pero prefiero que lo veas cuando lleguemos.
 

sábado, 17 de septiembre de 2016

Desayuno sin diamantes

-Son las 7:00 del domingo 18 de Septiembre del 645 de Nueva Era. Se encuentra usted en el cubículo 21 del hostal linternita, en la ciudad de nuevo Magerit, en Hispanorm, continente Europia. Su acompañante Carlos le espera a la salida del cubículo. Le hará entrega de un uniforme entrecolor aguamarina, por el momento todos los componentes del grupo vestirán este color. Se le recuerda que tiene usted activación de por vida a modo compañero. Se le aconseja a usted que procure tener pensamientos positivos tanto en el desayuno como en la posterior ducha para prepararse a su primera hora y media libre. Guárdese de tener aprehensión alguna, si su ritmo cardíaco o cualquiera de sus constantes vitales se ven comprometidas, el modo compañero se activará automáticamente y le dará diez minutos para cambiar su pauta mental. Si consigue tener tiempo suficiente de recreo le recomendamos que elija material para la siguiente sesión. Por el momento el hostal linternita le ofrece televisión y videojuegos, le recomendamos haga uso cauteloso de ambos, ya que en la primera toma de contacto puede subirle el ritmo cardíaco y la tensión, corriendo el riesgo de derrochar su preciado tiempo iniciático en desconexiones innecesarias.
 
La voz que sonaba en la cabeza de Jorge se repetía cíclicamente desde el estado onírico de su mente, pasando por la somnolencia, hasta la consciencia completa de la última repetición ; un sobresalto mental se impuso a la apertura brusca e inesperada de sus párpados. Su cuerpo deslizó las sábanas, se incorporó, se alisó el uniforme de acusado que aún llevaba puesto y abriendo la puerta cogió la ropa que Carlos le ofrecía, un peine y un cepillo de dientes se mostraban como la cúspide el montoncito liado color aguamarina. Después con el montoncito sobre su antebrazo derecho tomó dirección a las escaleras, seguido de Carlos, al que apenas podía ver, ligeramente hacia la izquierda, con el rabillo del ojo. Podía mover los ojos, sabía que aquel movimiento delataba en muchas ocasiones a los acompañantes, bueno, eso y la frialdad de sus comentarios, pero era un pequeño alivio en la situación en la que se encontraba. Bajando al piso inmediatamente inferior Javier e Ivana se incorporaron tras ellos y, por lo que pudo observar al bajar un piso más, también se les unía un pequeño sequito de desconocidos, cada uno con su pequeño atillo particular.
 
En el comedor reinaba un silencio completo, tan solo interrumpido por los pasos de los acompañantes que se iban congregando. Se situó frente a una silla tapizada de rojo en la ultima mesa del fondo, dando la cara a la puerta por la que había entrado, gracias a ello pudo ver como el cuerpo de Ivana y de Javier se quedaban junto con otros cinco aguamarinas en las mesas a derecha e izquierda de aquella puerta, mirándola, Carlos se colocó a su izquierda. Aquellos tenían buena pinta, saludables, lozanos y de complexión atlética; además de ellos, en la estancia había otros diez compañeros, con otros uniformes de colores varios, en otras mesas, frente a otras sillas; de golpe todas las sillas fueron movidas por los allí presentes, todos los cuerpos se sentaron y tres camareros entraron con café y tostadas que colocaron en cada mesa en la que estaban ya dispuestos los platos, las tazas y unos pequeños boles con mantequilla y mermelada. Lo más chocante del paisaje que se dibujaba en la mente de Jorge era la diligencia con la que todos al unísono realizaban sus respectivas ingestas.
 
-Se le recuerda que debe tener pensamientos proactivos para su entrada exitosa en el tiempo de ocio.
 
La voz en su cabeza sonaba justo cuando ingería el ultimo pedazo de su segunda tostada.
 
-Bien- Se dijo- Debo de pensar en positivo- Y justo entonces contempló con horror, siempre mental, cómo todas aquellas personas, él incluido, se llevaban una servilleta a los labios y sosteniéndola con la izquierda se levantaban, colocaban las sillas con la derecha y se encaminaban a la puerta de salida donde hechaban el pedazo de tela en un cubo naranja.
 
El último en salir fue él y fue para darse cuenta de que todos sus compañeros le esperaban en dos filas, dejándole un estrecho paso entre ellos, para seguirle, en formación, tal y como hubiesen bajado. Al fondo del pasillo de aquella planta dos puertas separaron a los hombres de las mujeres, y un vestuario de reducidas dimensiones acogió los cuerpos que se desnudaron mientras perdían control de sus ojos, de forma tal que nadie podía observar a nadie y la intimidad quedaba protegida. Cada uno, sin exclusión, se dirigió a una pequeña ducha, cada una separada por un par de paneles de las contiguas. Unos botes, colgados de la pared, contenían jabón y pasta de dientes, y pegado a la pared un peine. Del techo, al terminar, unos secadores, de viento huracanado, hicieron las delicias de los más frioleros.
Con la misma espeluznante fluidez con la que se habían duchado, comenzaron a vestirse, mientras alguien cogía toda la ropa usada y se la llevaba del vestuario.
 
-Se le recuerda que debe tener pensamientos proactivos para su entrada exitosa en el tiempo de ocio.
 
-Una mierda pensamientos proactivos- exclamaba en su interior.- Esto es demencial.
 
De vuelta a su cubículo fueron abandonándole todos los recientes avistados.
 
-Bienvenido a su cubículo. Su tiempo de ocio comenzará en 15 segundos, 14, 13, 12, 11, 10.
 
-Bueno, respiremos, al menos conseguiré saber como es la televisión.
-7,6...
-Seguro que no es para tanto
-3,2,1,0
-¡Dios! Puedo hablar, y moverme
-Ritmo cardiaco en alza, alarma en 3, 2
-Bueno, como era esto, calma, no va a pasarme nada.
-Entrada aceptada, se continúa con la monitorización.
-Buf, eso, relajación, es lo que me hace falta.
Dijo en voz alta alegrándose de escuchar su propia voz, de mover su lengua, de tragar su saliva, pero sobre todo de respirar hondo por si mismo.
Se atusó el cabello y se sentó en el borde de la cama. En la pared lateral del cubículo una pantalla adosada a la pared le esperaba, al lado una lista de instrucciones le indicaba la forma de encenderla, apagarla, y que botón debía pulsar para cambiar el volumen del sonido y el canal. Terminaba con una advertencia que dictaba así: -Recuerde que la televisión puede ser perjudicial, se le recomienda que preste atención a su cuerpo, la programación de los canales está avalada por siglos de experimentación, puede acceder a contenido específico, pero no se recomienda. Los canales avalados tienen un ciclo de 6.000 horas, puede cambiar el punto del ciclo para compartir visionado con otros compañeros. Se le recomienda que preste atención a su cuerpo.
 
Jorge se sentó, respiró y apretó el botón de encendido.
-¡Bienvenidos al show Ruleta de la Fortuna!
-Una mujer de mediana edad gritaba en la pantalla llena de colores-
-Hoy con nosotros Inma... Raúl... y ... Francisco
-Alerta, Tiempo de ocio suspendido, reintegrando constantes vitales.
La voz en su cabeza resonaba mientras su mano era redirigida al botón que servía para inutilizar la pantalla.
-No, no, otra vez no.- Pensaba.
-Constantes vitales reintegradas, se aconseja tener pensamientos proactivos para su reentrada exitosa en el tiempo de ocio. Reentrada en diez minutos.
 

viernes, 13 de mayo de 2016

Redes: fin de la primera jornada




Una hora y media tardaron en elegir lo fundamental. Jorge estaba mentalmente extasiado por haber elegido unos cuadernos y libros para el ocio. La señora mayor parecía estar complacida.

-Bien, bien, bien. Ya has elegido bastante. -Proclamo ella- Ahora voy a elegir yo a tus ayudantes, te informo de que no nos vale cualquiera, tengo por norma elegir bien. Han de tener todos palabra abierta, así te entretendrás, pero ser asignados a clase inferior a índigo. ¿Porqué? Muy sencillo: Solamente se la podrás otorgar tú, por eso quiero que salgan ganando. Muy importante: Para otorgársela debes nombrarlos, dar dos palmadas, pronunciar "palabra abierta" y volver a palmear dos veces. Ningún condenado a compañero tendrá tiempo de recreo libre en presencia de un semejante que esté disfrutando de recreo libre, solamente el jefe de grupo puede disfrutar de tiempo de recreo libre en presencia de un semejante subalterno. Así que asegúrate de programar bien sus premios si te dejan hacerlo. Que no interfiera con sus o con tus deberes. Parece fácil, pero a veces... Ellos tendrán su propio ajuar, no te preocupes si toman un camino distinto al tuyo, aparecerán cuando tengan que aparecer.

Dicho esto, justo cuando regresaban al mostrador dónde fuese atendido hora y media antes, la mujer cerró palabra palmeando tres veces seguidas. Allí había cinco condenados esperando.

-Dime qué necesitas Jorge.

Jorge comenzó a hablar sin ser él mismo el que moviese un sólo músculo de su cara, boca o lengua:

-Necesito ayudantes fornidos. Armas de fuego y personales. Ordenadores portátiles. Guías de programación y una estación independiente para gestionar vehículos, equipaje rodante, maquinaria agrícola, de construcción, expeditiva y a todos nosotros los compañeros. No son tres, son tres directos. Compruebe la lectora, cada uno de los directos deberá tener cinco adicionales. Sin palabra otorgada. Conviene que los directos marchen conmigo, los adicionales puede conseguirlos más adelante.

-¡Santo cielo! Y yo que pensaba que ibas a tener suerte.

La mujer comenzó a pasar la lectora por las nucas de los allí presentes.

-Hum, multas de aparcamiento... Va a ser que no. Locura transitoria... Tampoco. Estafa inmobiliaria, podría estar bien, pero es un enclenque... Si no te molesta, Jorge, siéntate un rato en ese banco y mientras atiendo a estos pobres, ya irán llegando más. Seguro que antes o después lo logramos.
 
A las 13:40, unas cuatro horas después de haber ingresado en aquel almacén, el cuerpo de Jorge y su primer ayudante directo, Carlos, se levantaron del asiento dónde habían permanecido. La encargada de la selección comentó:
 
-Ya veo, es hora de comer. ¡Tranquilos! Marchaos, ya me iré yo también en cinco minutos.
 
Los cuerpos de Jorge y Carlos se pusieron en marcha, se dirigieron al primer ascensor de bajada que encontraron abierto. Uno de los dedos de Jorge presionó el botón de la planta segunda mientras su boca exigía "No te alejarás de mí más de lo imprescindible en tu hora y media de recreo libre" "actuarás primordialmente cómo escolta, sin que ello denigre otras funciones de las que puedas hacerte cargo simultáneamente" "La función de seguimiento. vigilancia y recuento de equipaje quedarán asignadas a uno de tus ayudantes" "La comida será elegida adecuadamente para soportar entrenamientos de alto funcionamiento"
 
-Oído señor. -Contestó el subalterno ante el terror psicológico de Jorge.
 
Los dos cuerpos salieron justo entonces del ascensor, tomaron la comida del bufet del edificio, se sentaron a una apartada mesa, en un rincón y tras realizar una copiosa ingesta volvieron de nuevo al ascensor. Desde allí pulsaron el sótano y encauzaron sus pasos hasta el pequeño gimnasio del edificio
Jorge y Carlos. una vez ingresados en la sala de cardio, comenzaron a entrenar, al principio con paradas cada cinco minutos, después cada diez y tres horas después pararon, se sentaron y al instante recibieron una visita.

-Hola, soy Ivana, soy ayudante de Jorge.

Les espetó una mujer de unos treintaicinco años, morena, muy alta y muy fornida.
-Helena dice que podéis subir a descansar con ella. Yo debo entrenar.

Los cuerpos de ambos hombres retomaron el camino hacia el almacén. Dentro de su cuerpo, Jorge se apesadumbraba por no haberle preguntado el nombre a "Helena". Cuando aterrizaron junto a ella les esperaba con una enorme sonrisa.

-Hola chicos, os presento a Javier. Acaba de llegar. Espero que os llevéis bien.

Jorge se encontraba físicamente agotado, además quería despedirse de Helena, sin embargo sus piernas retornaron el camino hacia el ascensor y tras él las piernas de Carlos y de Javier, que se encontraron con las piernas de Ivana que acababa de salir del ascensor contiguo. La bajada, no obstante, no fue inmediata. Más de una treintena de maletas autorodantes se introdujeron con ellos en el ascensor.

Las maletas les siguieron a la salida de aquél  palacio jurídico medio, pararon con ellos mientras recogían cuatro mascarillas de protección contamínica y atravesaron medio kilómetro de túnel de transporte andando. Cuando llegaron al final del túnel encontraron un pequeño hostal, desde fuera podía leerse: "En este hostal tenemos cubículos para acompañantes, tendrán lo que usted no puede tener: Incluso videojuegos" El grupo se dirigió a la admisión del hostal, las treinta maletas se autodirigieron a la planta inferior y a cada uno de ellos se le asignó un cubículo estrecho, con una cama, una silla y una mesa, un pequeño televisor y una consola de videojuegos.

-No os preocupéis si sois nuevos, vuestros cuerpos dormirán ocho horas, estarán totalmente a salvo en los cubículos. Dentro de ocho horas y media se os servirá un desayuno con café y tostadas, se os abrirá el acceso a las duchas y regresaréis a vuestros cubículos bien limpitos, allí tendréis vuestra primera hora y media libre. Ya aprenderéis a jugar a videojuegos. Algunas veces me gustaría probarlos. Los que terminan su condena siempre los echan de menos.

Si Jorge hubiese sido libre estaría temblando de miedo y terror, casi desfallecería por el cansancio físico y seguramente se sentaría angustiado en una de las sillas de admisión. Pero Jorge no era libre, por lo que su cuerpo era más fuerte que sus pensamientos, el miedo, el terror y la angustia no existían en él y el cansancio físico no era un impedimento lo suficientemente poderoso para dejar de caminar.
Recibió el número de cubículo asignado y tomó el ascensor junco con Carlos y Javier. El cuerpo de Ivana pareció encaminarse hacia las escaleras. Una vez hubo ingresado en su cubículo, el cuerpo de Jorge se tumbó y tapó con las sábanas y cómo si con un interruptor hubiese sido desconectado, sus ojos se cerraron, su cuerpo se relajó y su mente comenzó a proyectar las imágenes de un sueño.

En el sueño un excelente orador le aconsejaba sobre la utilización de la televisión y de los videojuegos, se le conminaba a prestar algo de tiempo libre a la meditación sobre emociones estando en dicho estado, a mover las diferentes articulaciones voluntariamente y a no dedicar el cien por cien de su tiempo en aquello que estaba prohibido a los habitantes normales. La televisión y los videojuegos estaban prohibidos a los habitantes libres por algo y aunque los compañeros tenían acceso a ellos, no había que olvidar que existía la posibilidad de leer y mantener la conexión con el propio cuerpo. Finalmente se le deseaba a Jorge la mayor de las suertes en su nueva condición y se le explicaba que mas adelante podría elegir la música que deseaba escuchar mientras su mente entraba en el estado de reposo correspondiente al de su cuerpo.

Jorge deseaba llorar y gritar mientras una acogedora sintonía de Miles Davis sonaba en su cabeza.

 

Redes: La condena


Jorge, o mejor dicho, su cuerpo, se dirigió a la gran puerta de la gran sala, agarró con naturalidad el pomo alargado, lo giró y atravesó, durante minutos, un largo pasillo con otras puertas similares a la que había abierto; entre ellas, estaban situados los bancos de espera. Al través de aquellas enormes puertas se podían escuchar voces tumultuosas: grandes "oh" y grandes "Castigo, castigo". En los bancos algunas personas sollozaban, tal vez fuesen familiares de acusados, tal vez familiares de víctimas de injurias, la mayoría vestían de distintos tonos de verde.

Era así, la mayoría de los verdes no soportaban vestir los ocres, grises, marrones, negros y blancos, ni siquiera los entre colores aguamarinas, tejas y otros: Necesitaban hacer saber que eran clase verde con toda su nítida ordinariez. No trataban de disimular como las clases bajas, ni tenían el gusto de las clases altas. Salpicando su visión aparecían los guardias, fornidos y altos, de uniforme, con sus gorras, sus porras y sus pistolas activadoras.

Mientras Jorge caminaba, una de las puertas que tenía delante comenzó a abrirse, los guardias cercanos se situaron a ambos lados del gentío, ansioso por regresar a sus quehaceres.

El cuerpo de Jorge se situó junto al banco contiguo, de espaldas a la pared, su cabeza, antes libre, que le había permitido explorar la situación, se tornó gacha y rígida, solamente sus ojos, dentro de la línea de visión del suelo, eran suyos, y aún sabía que, llegadas situaciones determinadas, tampoco le pertenecerían. Deseaba seguir llorando, cómo antes de la activación, pero simplemente no podía, la serenidad de su cuerpo, de su ritmo cardíaco, le permitían pensar y divagar sin impedimento, pero apenas sentir en consonancia.

La mayor parte de aquella gente había salido ya cuando Jorge tornó a tener voluntad sobre su testa. El cuerpo se puso en marcha de nuevo, siguiendo el camino de la mayoría que marchaba frente a él. Su paso era casi jovial, con el paso despreocupado, ágil, pero no rápido, balanceando los brazos alternativamente como si acabase de salir de una fiesta en la que se hubiese enamorado. En los bancos podía avistar miradas de reproche al uniforme de acusado. Afortunadamente sabía que solo era una molestia pasajera. Pronto le asignarían un atuendo entre color difuso e intrascendente, nadie salía de aquellos edificios sin un equipaje adecuado para la reeducación en campo, ni tan siquiera los perpetuos: Las condenas más largas podían llegar a ser reestudiadas.
 
Llegaron al fondo del pasillo, nueve ascensores marcaban bajada, su uniforme se plantó frente al único que marcaba subida. Esperó apenas dos segundos para poder subir; le habían hablado de aquello, de la terrible experiencia de hallarse conectado en red con los artilugios controlados informáticamente; de visionar cómo tu cuerpo se hallaba prácticamente sin obstáculos, pasando pasos de cebra, llegando justo cuando las puertas del transporte público se abren, o llegando a los lugares predestinados en las horas de menor afluencia (gracias a las cámaras de seguridad), tal vez, no fuese tan malo después de todo.
 
El ascensor llegó al último piso, el decimoctavo, Jorge salió, llamó al timbre de la primera puerta a su derecha., ésta se abrió lentamente, se plantó frente a un mostrador sucio y desgastado. Allí una mujer mayor salió a su encuentro.
 
-Veamos que tenemos aquí, tranquilo muchacho, no hace falta que me contestes, la lectora me indicará qué es lo que debo darte.-Dijo la mujer procediendo a pasarle el equivalente a una lectora de código de barras por la nuca- ¡Vaya por Dios! ¡Has tenido suerte!- Prosiguió la voz fuerte y clara de la casi anciana- ¡Eres asignado a un miembro de la red Iris! Ja ja, no sé qué habrás hecho, pero mereció la pena. Humm ya veo tus ojos ditirambos, tranquilo, además tienes modo palabra abierta, eso me permite hablar contigo si quiero, veamos. ¿Vas a estar tranquilo? ¿Nada de ponerte a dar gritos? Bien. Plas Plas- La mujer dio dos palmadas bien audibles- Palabra abierta. Plas plas. -Se oyeron las dos palmadas finales.
 
- Ya puedes hablar conmigo... Puedes hacer la prueba.
 
-Hola buenos días.
 
-¡Hola!
 
-Gracias
 
-De nada. Verás, cómo compañero de miembro de la red Iris vas a tener bastante ajuar de novio, por lo que tendrás que disponer de al menos tres coadyuvantes. El caso es que tardaremos tres horas o así en conseguirlos, porque hoy el edificio no tiene mucho trabajo. No vayas a creer que el sistema está otorgando compañeros a diestro y siniestro.
 
-Tendré paciencia
 
-Si, bueno, supongo que no te va a quedar más remedio que tenerla- Sonrió malévolamente la señora.
 
-El caso es que me aburro, siempre elijo yo la ropa y todo el material asociado. Hoy vas a elegir tú conmigo. Vas a estar con red Iris. ¿Te he dicho ya eso? Para que lo entiendas, no solamente tienes derecho a vestir todos los atuendos, tienes la obligación de elegir uno de cada cómo mínimo, recomendable que al menos diez modelos distintos de azul índigo e iris. El material asociado con tu caso particular está abierto. Parece que puedes elegir los nuevos objetos personales que te parezcan oportunos. Hasta un máximo de tres maletas rodantes. ¡Hey, eso son noventa kilos! ¡Te ha tocado el gordo! ¡Y seguro que cuando te vuelva a palabra cerrada me pides más! Ya verás cómo nos divertimos muchacho.
 
-Si, supongo que si.
 
-No me mires tan compungido, no creo que seas un angelito. Aprovecha que estoy de buen humor y vamos adentro. Te mostraré lo que puedes elegir. Por cierto ¿Prefieres empezar por el vestuario, o te recomiendo material de oficina? Red Iris me suena a eso, no estaría mal escoger unas cuantas libretas que te gusten.
 
-¿Libretas? ¡Si! ¡Quiero comenzar por eso!
 
-Bienvenido a tu condena.

jueves, 12 de mayo de 2016

Redes: El juicio



Bajo el techo aquel palacio jurídico medio, los veinticuatro grados Celsius se hacían insoportablemente agobiantes para los trescientos cincuenta y un jurados; escogidos aleatoriamente entre los habitantes de redes verdes y superiores, no así para el acusado.

Era lógico que al jurado se le viniesen encima aquellos calores, provenientes cómo eran de dichas redes, dónde la climatización era meticulosamente mantenida entre veintiún y veintidós grados. El juez y los guardias del palacio eran cosa aparte, aún pertenecientes a red índigo y a red verde superior tenían excepción penitenciaria, por lo que su acceso continuado a zonas poco agradables les hacía soportar con indiferencia grandes periodos de tiempo bajo este clima. En realidad los veinticuatro grados Celsius eran una circunstancia pertinente para apresurar al jurado, para amedrentar a los testigos, para castigar al acusado y para descolocar a todo el que no estuviese acostumbrado. Lo excepcional era que el acusado no se encontraba en un palacio jurídico bajo, era de origen de red roja baja y solamente había logrado subir en su evolución a red roja media, esto era lo que casi le otorgaba cierta divinidad ante todos los presentes, pues acostumbrado a variaciones entre los dieciocho y los veintiocho grados aparecía incluso más lozano que las fuerzas del orden allí presentes, que cómo mucho tenían la ingrata experiencia de haber laborado en cárceles medias.

Jorge había traspasado los límites de su red, y allí estaba presente, no por excepción favoritista, ni de control, Jorge había traspasado los límites de su red por excepción crítica de riesgo publicitario y absorción de responsabilidades. Es decir, que a nadie de su grupo de redes, rojas, naranjas e incluso amarillas, debía llegarles la más mínima noticia de Jorge, de su acusación, del delito imputado ni aún de su futuro. No solamente eso, se requería la presencia de un juez índigo superior para dirigir un proceso con la acusación que se le hacía a Jorge.

- Señoría, voy a ahorrarles tiempo, soy culpable. He intentado hackear el sistema de autodirección de un coche de red iris. Sé muy bien la pena, red iris son principalmente los miembros del gobierno. Sé que no tengo defensa, sé mi pena. Tenía que intentarlo, mi gente no llega a la documentación para subir de nivel, ni siquiera dispone de tiempo para ello. Solamente quería llegar un poco más alto para exponer mi queja, que alguien me escuchase de una vez por todas. Los turnos de trabajo son extenuantes y para que alguien te dé un pedacito de papel con unas cuantas fórmulas matemáticas tienes que suplicar meses a algún pirado malnacido y ególatra de red naranja. Tengo treinta años, nací en red roja baja, no creo en el sistema de subida gradual génica porque si quería subir hasta dónde estoy no podía disponer de tiempo para una progenie. Simplemente quería hacer esta denuncia.

-Bueno jurado- Se insertó la voz del juez- Aquí le tienen, se declara culpable, así que todo el mundo puede irse a su casa. Se condena al acusado a activación de por vida de modo compañero. Sería bueno que prestasen un poco de atención a los individuos amarillos para que elijan mejor sus puntos de ascenso sobre los naranjas en relación con la dispensación de información educativa proactiva. Se cierra la sesión.

La sala entera, con excepción de Jorge y tres guardias, se dispersó en menos de cinco minutos. Jorge lloraba mientras se acercaban a él con la pistola activadora.

-Tranquilo, dispondrás de una hora y media mínima de recreo libre, además en cláusula se te ha adjudicado la disposición de persona culta, por lo que es muy posible que la persona a la que sirvas te deje en modo palabra abierta de vez en cuando, sobre todo si tratas de llevarte bien con todos y no metes mucho la pata. Nunca vi que se la adjudicaran a un rojo. Suerte.

-Clackclackclack- Sonó la pistola activadora sobre la nuca de Jorge, y Jorge comenzó la experiencia de ser un compañero desde la consciencia aterradora de observar cómo su cuerpo se ponía en marcha hacia la dirección desconocida para él de su nuevo dueño.