domingo, 30 de abril de 2017

Ley Plena

El hombre habló sobre cómo los telépatas sufrían los dolores y penalidades físicas y espirituales de sus conciudadanos, sobre como llegaban éstos a postrarles a menudo en cama incapacitándoles de cara al trabajo o al estudio; alejándoles de los puestos de poder dónde quizás pudiesen cambiar la situación.

 Los motivos fundamentales eran el exceso de experimentación y el hecho de que las autoridades de reserva 125 habían decidido hacer caso omiso a las experiencias de los telépatas sensitivos.

La élite de reserva 125, a pesar de las indicaciones del grupo telépata, al que pertenecía el ponente, seguía guiándose por los niveles de endorfinas, de dopamina y demás hormonas estipuladas hacía ya más de 2000 años, cuando hacía tiempo, mucho tiempo, que la evolución guiada había cambiado radicalmente el significado de las hormonas dentro del cerebro de los mutados, incluso habían cambiado dichas hormonas.

 Se asían a las leyes para proseguir con una labor primordialmente comercial: El exterior, conformado por las ciudades Iris, las ciudadelas del mar y los salvajes, requerían constantemente individuos "especiales", las ciudadelas del mar eran realmente los que mayor responsabilidad tenían, ya que muchas de ellas, por hallarse en altas profundidades, cerca de volcanes submarinos, con alta concentración de salinidad etc, se encontraban valladas magnéticamente, lo que conformaba un aislamiento similar al de las reservas genéticas, manteníendolas fuera de la Ley Plena, y requerían un alto grado de especialización.

Un punto importante hacía diferir la existencia entre reservas genéticas y estas ciudadelas del mar; estas ciudadelas habían desarrollado un mercado de substancias extraordinariamente útiles pero excasas a cambio de las cuales se les administraba prácticamente cualquier cosa que pudiesen requerir, mientras que las reservas subsistían casi sin remedio de los individuos que exportaban. Las ciudades Iris, aunque con menos requerimientos, exigían un "aspecto normalizado" de los individuos que adquirían en modo de alquiler, así que también era necesario experimentar para proporcionar gentes aparente mente "tradicionales" pero que aguantasen 70 ºC, por ejemplo.

 Los "desechos" de esta particular producción, es decir, aquellos individuos que no se adaptaban a los requerimientos, pero que necesariamente se producían en el transcurso de este mercado en las reservas genéticas, quedaban conformando la mayoría de la población de las mismas, siendo su progenie natural ampliamente límitada, según sus características.

La "elite" de las reservas había descuidado tanto, en el transcurso del tiempo, sus obligaciones morales con respecto a la población general, que la subsistencia de los telépatas era insostenible dentro de sus territorios.

El ponente, exiliado dentro del club trigorb, apelaba al buen hacer de todas las representaciones de gobiernos presentes para encontrar una solución. Tal vez para cambiar la Ley Plena e incluir algunas de sus secciones dentro de reservas y ciudadelas.

-Iridia, ¿Qué es la Ley Plena? - Preguntaba Jorge mientras el hombre que tanto se parecía a todos y cada uno de los allí presentes bebía agua, se arrodillaba y tras un largo descanso dejaba espacio para el siguiente- 

-La Ley Plena-Respondió Iridia- es la que nos viene dada por tradición, está regulada por circuitos lógicos, matemáticos, cámaras de vigilancia, regulación del tráfico, regulación de la actividad proporcionada por los compañeros, la existencia circuitos que regulan luces, sonidos y olores que, fuera de la percepción consciente, nos acercan o apartan en nuestro día a día de lugares y personas

 La Ley Plena es la que nos obliga, sin nuestra confirmación, a respetar el código que se aceptó cuando se crearon las reservas genéticas para el espacio natural. Incluso los "salvajes" están bajo su poder, ya que continuamente "insectos" artificiales incursionan en su territorio para asegurar que el índice de robos, asesinatos y otras abominaciones por el estilo se encuentran bajo mínimos.

 Por poner un ejemplo, si nuestro telépata de moda consiguiese, de alguna forma, fecundar con su simiente en territorio natural, incluyendo territorio salvaje, la Ley Plena se encargaría de que la promesa de vida concerniente a su semilla no viese el mañana.

La Ley Plena no actúa en reservas, cuyo territorio está delimitado de forma invariable, ni en zonas debidamente acotadas, zonas con permiso variable, por razón de sus extraordinariamente difíciles condiciones para la vida cercana al ser humano tradicional.

El espacio exterior no está regulado por la Ley... ¡Calla! Es el turno del salvaje.



Un hombre mucho más alto que los que Jorge estaba acostumbrado a ver se acercaba para relevar al telépata. Tenía los brazos y la piernas extremadamente musculados, su torso, apenas cubierto por lo que parecía ser una camiseta de tirantes muy raída, dejaba ver unos pectorales frente a los que a Iridia parecían iluminarsele los ojos. Llevaba una barba muy larga, algo menos que su pelo, de color rojizo, y tenía una piel bastante clara.

-Iridia- comenzó Jorge- Parece que te gusta.

-¡No digas tonterías o te quito el tiempo libre!

El hombre en el púlpito comenzó:

-Vamos a ver. Cooplanetarios. Tenemos aquí un montón de problemas, que yo por mi me los quitaba de golpe; por un lado siempre hemos dicho que la Ley Plena casi que nos sobra, que ya tenemos bastante con tener que aceptar esa, que el mundo es otra cosa.

 Si tengo que dar representación a los míos, hay algunos que creen en eso de la ley del señor, otros de la ley natural, otros de la ley de la fuerza o del sentido común; por ser exactos creo que hay unos tres mil en estos momentos en la gran meseta de la que vengo que están acudiendo a clases de los Iris apalabrados para ver si les interesa, conviene y si les dejan entrar en sus ciudades; pero yo por mí que nos sobra todo eso.

¿Que unos cuantos telépatas lo pasan mal? Pués que dejen de tener progenie y listo, que dejen espacio a los sanos.

¿Por qué después de tanto tiempo siguen los Iris mandándonos hormigas apaciguadoras? ¿Es que no tenemos derecho a luchar por el territorio?

Miraos, sois todos unos blandengues Iris, nosotros, incluso bajo la Ley Plena que viene de vuestras ciudades hemos evolucionado naturalmente, somos más altos, fuertes y listos que vosotros tan ordenaditos. ¡Me sobran las diplomacias! Claro que me gustaría ser telépata... Pero sin las restricciones de la Ley Plena. Y ahora queréis extenderla.

¿Que le habéis contado al compañero? ¿Le habéis contado que igual que éste club seguro que hay otros cincuenta que estarán debatiendo este tema para el futuro, en estos mismos momentos, en la meseta? ¿Que la mayoría estará por la labor de buscarle y entregarle? ¿Que ninguno de ellos tiene conocimiento del resto pero que en todos se encuentran los Iris viviendo su ilusión de líderes supremos?

 Iros al cuerno todos, estoy cansado y mañana tengo fiesta, un amigo mío se casa por cuarta vez este año. Las cosas en su lugar, lo primero es lo primero, por un lado la diversión, que por eso suelo venir, y por otro más diversión. Y el que no pueda que se las arregle.

Amigo mío, si la Ley Plena no estuviese, te lo digo para que lo entiendas, yo te presentaba a una prima mía que sueña con que sus hijas sean telépatas, pero en este plan iba a ser un desperdicio de energía.

 ¡Imagínate que se abren las reservas y los que sufren con poco oxigeno se asfixian de una puñetera vez! ¿Que no ibas a ser feliz? Un par de meses los pasarías mal... Pero después. ¡Anarquía!



El individuo representante de los salvajes miró a un par de seres alados que parecían tener veinte años femeninos y guiñandoles un ojo se atusó el cabello y se pasó las manos por los biceps; inmediatamente después se bajó hacía el público asistente y agarró una botella que se le tendía.


-Pues sí tienes buena vista Iridia, este es cómo parece ser. Mira la foto.

-Después te hago un póster para que lo cuelgues en la pared de tu cubículo.- Jorge se calló y ambos quedaron expectantes el tercer ponente. El que debía ser miembro Iris.





miércoles, 22 de marzo de 2017

El club



Al terminar la conferencia Iridia le espetó:

-Vamos Jorgito, sígueme.

Y el Jorge dominado por el chip natal condenado le siguió. Iridia le condujo por pasillos traseros, alejados del camino que tomaba la mayor parte de la gente, subieron un par de plantas, bajaron una, volvieron a subir, encontraron una habitación cuadrada, pequeña y casi vacía, aislada en aquellos corredores, dentro tres estatuas les miraban, tres lindos monos, uno se tapaba la boca, otro las orejas y el último los ojos, Iridia presionó las orejas del primero, los ojos del segundo y la boca del tercero, la habitación pareció ponerse en movimiento horizontal, ladeandose y bajando bruscamente, Jorge se sintió indispuesto, debía ser cosa del movimiento, pero tenía un mal presentimiento; de pronto la habitación se lanzó en una carrera horizontal, casi disparandose, para detenerse otra vez abruptamente, después todo quedó en calma unos instantes, Iridia se acercó al primer mono y le miró directamente a los ojos, un haz luminoso salió de lo del mono hacia los de la mujer, acercó sus oidos a la boca del segundo un susurro llegó a la conciencia de Jorge, después Iridia pareció repetir las mismas inflexiones al oido del tercero.

-Extravagancias del club, Jorgito. Nadie debería de olvidar estas historias, son divertidas. Según quien seas y el orden de tus claves la habitación te lleva a una sala de un club o a otra de otro.

Una de las paredes de la habitación se corrió revelando un corredor de tierra, apuntalado naturalmente con raíces de árboles que debían estar algunos metros más arriba, unos peldaños de piedra desgastados y escurridizos se hundían en la oscuridad, Iridia sacó una linterna de su bolsillo avanzó delante de Jorge. El olor a tierra mojada, el silencio y la oscuridad creciente según dejaban atrás la “habitación de los monos” eran inquietantes, pero más inquietantes eran las lombrices que había entre las raíces que conformaban las paredes de aquella gruta.

-No te asustes mucho, estamos en la parte fácil, aún nos queda camino.

Siguieron bajando un par de minutos, después una puerta frente a ellos parecía terminar el trayecto, Iridia sacó una llave, abrió la puerta y un resplandor azul les mostró un largo camino. un pasadizo recubierto de plástico blanco, embaldosado en gris, con apenas anchura para que dos personas pudieran pasar juntas por él. Iridia guardó la linterna y anduvieron. A izquierda y derecha se mostraban ramificaciones del camino, al tomar alguna de ellas parecían multiplicarse.

-Es importante la confidencialidad ¿No crees Jorge?

Unas dos horas después Jorge parecía sufrir los calambres de sus piernas cada vez con más intensidad, quería gritarle a Iridia que parase, pero no podía, Iridia al final, en uno de los recodos, al voltear su cabeza, vió uno de los estertores de su pierna izquierda al moverse.

-Vaya, esta si que es buena, estás lesionado. Tranquilo, en un cuarto de hora más o menos llegamos. Allí podremos descansar un rato. Te daré tiempo libre en mi presencia para que puedas masajearte la pierna, pero tendrás que portarte bien. A fin de cuentas tenemos que volver al palacete. Jajaja.

Y andaron, un poco más y un poco más, y Jorge recordaba su infancia, cuando no tenía fuerzas para seguir el entrenamiento de fútbol, cuando los entrenadores querían forzarle y el acababa negándose a pesar de los castigos que le viniesen después.

Al final apareció otra puerta, ésta estaba hecha de cristal rojo, con una enorme cara con la boca abierta, Iridia introdujo la palma de su mano en la boca y después introdujo una tarjeta de plástico. La puerta se abrió dejándoles paso y una enorme sala de piedra negra apareció frente a ellos, estaban en una especie de palco, con tres asientos que daban a un gran escenario, la sala estaba abarrotada, gentes bulliciosas se apelmazaban bajo ellos, sin embargo el aire olía a puro, a libertad, a oxígeno, pero lo más desconcertante eran los niños alados que sobrevolaban a su altura, una altura de al menos dos pisos, como colibríes fantásticos. No le cabía duda, aquellas gentes venían de reserva genética, al menos de una reserva genética, la visita que hicieron fué la única vez que había visto algo semejante.

-Ya estamos, cierra la puerta, siéntate y disfruta de dos horas de tiempo libre.

Jorge cerró, se sentó y exclamó su dolor llevándose inmediatamente las manos a sus muslos y pantorrillas.

-Tranquilo, seguro que encontramos algún analgésico por aquí, pero tienes que prometerme que tratarás de entender lo que sucede.

-Va a ser dificil creo.

-No tanto, hoy es tarde de conferencias, y la tuya no ha acabado en el palacete majo. chss. Callate, parece que empezamos.




-Señoras y señores, estimados jóvenes, gentes de Iris y diplomáticos de reservas genética, especialmente reserva genética 125, caudillos de salvajes, les ruego que tomen asiento a los que no puedan volar, los voladores deberán mantener sus posiciones a lo largo de esta ponencia. Les ruego silencio y tolerancia, diligencia y discrección sobre los temas que vamos a exponer aquí. La conferencia tendrá lugar en breves instantes, tres son las personas de honor que necesitan ser atendidas, no queremos extendernos en sus curriculums, no disponemos de tanto tiempo, tres cuartos de hora por ponente habrán de bastarnos para que cada uno saque conclusiones e interceda en cuanto pueda en el asunto que nos atañe, les recuerdo que estamos en el club Triplegorb, bastará con ello. Doy la bienvenida a Zuluculu, telépata refugiado en nuestras instalaciones llegado de reserva genética 125.

La sala quedó en silencio y un individuo de estatura media, con la cara de Jorge se encontró bajo los focos.

-Asombroso ¿Verdad?

-Soy yo.. ¡Soy yo!

-chssst Tonto, es todos. A cada uno se le aparece con su propio aspecto, como si fuese un espejo.

-Entonces ¿Tú te ves a tí?

-Y con mi propia voz, es super diver. Es un mecanismo inconsciente de adecuación evolutiva, no lo puede evitar, no lo hace a drede. Se cuenta que así algunos telépatas obtienen mayor empatía de los demás, no se conoce el fenómeno fuera de su naturaleza, aunque nadie tiene indicios de control sobre el truco.

-¿Y como es en la realidad?

-Toma. Callate y sacale una foto con la tablet. Luego la miras y me la enseñas.




La voz de Jorge restallaba en sus propios oídos desde la boca de aquél personaje:

-...culu y les ruego mantengan mi asilo mientras encuentran una solución a los problemas que atañen a tantos…

-Iridia…

-¿A ver?

-Mira. Tiene los ojos rojos, es rechoncho bajito y albino.

-¡A ver si te crees que hay que ser guapo para ser líder! Que los Iris seamos maravillosos no implica que todos los líderes sean así.

-...oxígeno, dolor y sufrimiento…

-¿Como sé yo que tú Iridia eres como te veo y no bajita, rechoncha y albina?

-Porque si sigues interrumpiendo mi escucha de la ponencia te voy a soltar una bofetada que me vas a ver zigzagueante, a lunares verdes y omnipresente.


Y Jorge calló. Al menos un buen rato.

martes, 14 de febrero de 2017

Conflicto diplomático



-Son las 7:00 del martes 20 de Septiembre del 645 de Nueva Era. Se encuentra usted en su cubículo base en Vistabelinda en la ciudad de nuevo Magerit en Hispanorm, continente de Europia. En el día de hoy se le recomienda empiece por una alta ingesta en carbohidratos, tras su aseo personal y limpieza del cubículo tendrá lugar un largo periodo de entrenamiento. Dispondrá de un máximo de dos horas adicionales para cumplimentar estas tareas. La ropa elegida hoy para usted es un uniforme entrecolor aguamarina, por el momento todos los componentes de su grupo vestirán este color. Se le recuerda que tiene activación de por vida a modo compañero.

Jorge se levantó, se dirigió al aseo y quitándose el pijama entró en la ducha.

-Ducha convencional 34 grados.

“Ayer estaba demasiado caliente, creo que así será mejor” pensaba Jorge. “No entiendo porqué me he sentido nervioso, a fin de cuentas poco puedo hacer yo para cambiar el control de los Iris, si Iridia o cualquier otro quiere de verdad saber algo lo sabrá, poco puedo cambiar yo eso.”

Sin embargo, aunque la ducha era una auténtica maravilla no podía disfrutar plenamente de ella, y aún seguía teniendo mala conciencia durante el desayuno. Los cereales y frutos secos se le antojaban indiferentes pese a que estaban exquisitamente frescos, la leche de almendras con miel no podía diluir la sensación de que debería haber sido más prudente al hablar con aquella mujer. Discrección, había sido indiscreto, tendría cuidado en adelante. 

Procedió a introducir las ropas sucias en el cesto, estiró las ropas de su cama, barrió y fregó el suelo del cubículo y abrió las puertas de la terraza de par en par. 

-Una vez termine con sus tareas puede elegir acumular el tiempo de ocio sobrante para otro momento en la tableta de que dispone, tan solo tendrá que indicarlo y el sistema le propondrá periodos alternativos para su uso personal. Se le aconseja no acumule todo su tiempo de forma usual, su acompañado puede disponer el borrado de tiempo de ocio acumulado mayor a quince días.

Jorge no quiso postergar aquellos preciosos minutos de libertad, aún incómodo procedió a investigar en su nueva biblioteca, cogió un manual de psicología y ojeó sus páginas durante los tres cuartos de hora que aún le restaban. Tras tres inconfortables advertencias sobre la cercanía del tiempo de entrenamiento el cuerpo de Jorge se incorporó camino del gimnasio del edificio. El cuerpo de Carlos se colocó a su lado mientras los de Ivana y Javier se situaban justo detrás, a su paso por los pasillos el resto de los ayudantes “indirectos” fuerón formando una cola trás ellos. Todos debían de tener potestad sobre el movimiento de sus cabezas y ojos, puesto que estaban moviendolos con avidez en la busqueda de detalles mientras bajaban. Jorge no pudo evitar preguntarse por cuál sería la historia de cada una de aquellas personas, le producía desasosiego que no pudiese albergar esperanza alguna de averiguar más que la de sus tres ayudantes directos, aunque ni siquiera sabía que les preguntaría, comenzar por sus “delitos” podía estar fuera de lugar, además ignoraba cómo podría asignarles tiempo de ocio o palabra abierta en su presencia. Esa sería su siguiente tarea.

El gimnasio estaba dos plantas bajo la entrada principal, las escaleras prometían más plantas bajo ellos, aunque ignoraba si sabría cuantas había o que dependencias albergaban, parecía que los Iris habían desaparecido, pero otros tres grupos de compañeros se habían incorporado tras ellos en fila. Una amplia sala albergaba varias máquinas de cardio en su mitad más alejada, los remos, cintas corredoras y bicicletas estáticas amenazaban con la próxima extenuación mientras estiraban y doblaban piernas, brazos, cuellos y espaldas. Después de quince minutos la amenaza acudió a ellos en forma de ejercicios continuados hasta más allá de completar la hora; cuando bajaron de las máquinas y sus cuerpos se tumbaron en reposo Jorge sabía que aquello no había terminado, no había pasado tanto tiempo, tras una puerta detrás de las máquinas de cardio les aguardaba una sala con más y más artefactos demoníacos y con pesas y cuerdas, pero lo que sí le tomó por sorpresa fueron los tatamis acolchados.

-Trate de memorizar los movimientos de ataque y defensa, es probable que en el futuro se le adjudique tiempo de movimiento libre para reproducirlos frente a compañeros guiados.- Decía en su cabeza la demoledora voz mientras Jorge sudaba y sudaba.

Tres horas y media después tomaron rumbo de regreso a sus habitaciones.

-Dispone de dos horas para ducharse, prepararse la comida y realizar su ingesta, después acudirá al salón de actos para escuchar una conferencia sobre el estado de reserva genética. Asegúrese de incorporar abundante proteína y carbohidrato.

Colocó algo de pasta a hervir en el fuego programado y se fué a la ducha, comió aquellos “macarrones aplastados” con salsa de tomate mientras unos filetes rusos se terminaban a la plancha. Aún así no consiguió reunir más que cuarenta minutos de ocio, se asomó a la terraza y sorprendido vio cómo los compañeros de su grupo estaban en el jardín recogiendo las hojas secas de los árboles, segando el césped, limpiando los estanques… Trató de ver si entre ellos estaban Carlos, Ivanna o Javier, parecía que no. Apenas dos minutos después todos, en apariencia de común acuerdo, se retiraron al interior del palacete, un grupo, aún más amplio, de entrecolor aguamarina se apropió de un invernadero próximo, cada individuo cogió una tumbona, los hombres se quedaron con el torso desnudo y las mujeres llevaban apenas una especie de top, se tumbaron al sol y comenzaron a tostarse sin más movimientos ni conversaciones adicionales, un par de individuos ataviados con ropas de los colores del arcoiris aparecieron desde el fondo de la escena, parecían entablar una interesante y acalorada conversación, al pasar cerca de los aguamarinas callaron y dejaron de gesticular.

-¡Y los van a mandar a la playa, a ver si consiguen ver quien es!

Escuchó Jorge justo cuando pasaban por debajo de su terraza. No consiguió escuchar nada más, pero claramente parecía que tenía que ver con los pobres que tomaban el sol de forma obligada. Pasó al interior preguntándose qué escucharía en la conferencia, cogió su libro de psicología, “Psicología aplicada de masas y curiosidades antropológicas”, ojeó el capítulo que hacía referencia a experimentos sociales de los siglos XX y XXI de la era anterior, resultaba estremecedor pensar en los experimentos de Milgram, en tantas personas siguiendo las instrucciones de alguien poderoso sin tener en cuenta las consecuencias aparentemente reales que tenían para un tercero. Su cuerpo dejó de ser suyo y se encaminó hacia las escaleras, las agujetas habían hecho ya su presencia, los abdominales, los pectorales, los brazos, pero especialmente las piernas le dolían mientras bajaba, si hubiese podido habría gritado, una planta más abajo la voz resonó en su cabeza:

-Ha recibido una sobrecarga, lo lamentamos, procuraremos solventar su adecuación al ejercicio en el futuro, no se preocupe, dispondremos para usted de acceso a los ascensores. Mañana quedará dispensado de actividad física alguna.

Mientras se dirigía al extremo contrario del pasillo, en ruta hacia el ascensor, varias personas vestidas de arcoiris y teja fueron acompañándole, incluso pudo observar parte de la “habitación” de uno de aquellos Iris mientras la abría para incluirse en el “grupo”; de colores cálidos con una estantería circular, enorme y oscura, en cuyo centro un pequeño buda, parecido al que viera la noche anterior, esperaba su ofrenda.

Eran muchas conversaciones las que le envolvían, tantas que no pudo sacar nada en claro de ninguna de ellas.

-Pués parece que le gusta el sol- decían uno

-Tenemos que ajustar los límites, así parece incongruente. decía otro

-Me gusta tu nuevo sombrero, es curioso que hayas decidido usarlo en el interior.

-No tengas problema en plantearlo.

Tras salir en la planta baja todos incluido Jorge se encaminaron al ala oeste, allí un enorme salón de actos abría sus puertas y ofrecía sus acogedores butacas, Jorge deseaba sentarse en una de ellas cuanto antes.

-¡Hola Jorgito!- Le espetó Iridia de improviso en la cara mientras le daba una fuerte palmada en la espalda.

-”Maldita sea, eso duele” Pensó el pobre.

-Creo que nos vamos a sentar juntitos ¿Qué te parece?

Iridia se adelantó hacia su asiento y el cuerpo de Jorge pareció seguirle sentándose en la butaca contigua.

-¡No te quejarás! Tiene respaldo acolchado y reposabrazos. Espero que te haya sentado bien el ejercicio.-Mirandole a los ojos añadió: -Tus compañeros han recogido las hojitas, espero que no te parezca aburrida la conferencia, cuando termine te haré unas preguntitas sobre la misma, para asegurarme de que has estado escuchando. No quisiera mandarte a regar las flores…




La sala tenía un revestimiento de tela dorada, con adornos florales rojos y cortinas a juego, la luz venía tanto del techo como de los laterales y las butacas dispuestas circularmente frente a un escenario de quince metros hacían converger las miradas a un pequeño pulpito dispuesto con un micrófono. Un hombre, relativamente bajo en comparación con el resto de personas de la sala y vestido de verde, iba tomando el protagonismo según avanzaba entre las butacas, sembrándolas de un reverente silencio, al terminar de subir la pequeña escalera del pulpito comenzó: 

-Hola buenos días. Mi nombre es Hector, soy miembro Iris desde hace veinte años, tengo treintaiseis años y estudio reserva genética 125 desde hace quince. En todos estos años he venido advirtiendo de la inconveniencia de admitir su sistema de gobierno: ¡Una democracia en pleno 645 de Nueva Era! ¡Inconcebible!...

La conferencia versó principalmente sobre una “somera” ,según Hector, explicación de los diversos tipos de gobiernos que se pueden plantear para guiar la evolución de un grupo de personas, sobre las expectativas de sus miembros, el uso de sistemas informáticos y de rendimiento para determinar la valía de los indivíduos y su idoneidad para los puestos asignados, sobre la incidencia de la telepatía, fenómeno excluido en federaciones Iris de Europia, en las formas de gobierno anticuadas y en otras teorías aún más complejas. Después de tres horas de conferencia, cuando aquel personaje vestido de verde parecía perder el aliento, la saliva y la vida en su discurso se llegó al meollo del asunto: Un telépata, de reserva genética 125, había huído hacía más de cuatro meses y nadie había podido averiguar su paradero, debido a los límites físicos con la distancia del alcance de la telepatía, no se podía localizar al susodicho ejemplar. Las motivaciones parecían ser las depresiones continuas de un grupo minoritario, los individuos con necesidades adicionales de oxigeno y la desconsideración del gobierno actual de 125 para con ellos. Los telépatas sufrían con ello tanto como si lo viviesen en carne propia. Se trataba de aconsejar una posible intervención en un futuro no muy lejano mientras la conveniencia exigía devolver al desencadenante de aquella crisis diplomática.