domingo, 30 de abril de 2017

Ley Plena

El hombre habló sobre cómo los telépatas sufrían los dolores y penalidades físicas y espirituales de sus conciudadanos, sobre como llegaban éstos a postrarles a menudo en cama incapacitándoles de cara al trabajo o al estudio; alejándoles de los puestos de poder dónde quizás pudiesen cambiar la situación.

 Los motivos fundamentales eran el exceso de experimentación y el hecho de que las autoridades de reserva 125 habían decidido hacer caso omiso a las experiencias de los telépatas sensitivos.

La élite de reserva 125, a pesar de las indicaciones del grupo telépata, al que pertenecía el ponente, seguía guiándose por los niveles de endorfinas, de dopamina y demás hormonas estipuladas hacía ya más de 2000 años, cuando hacía tiempo, mucho tiempo, que la evolución guiada había cambiado radicalmente el significado de las hormonas dentro del cerebro de los mutados, incluso habían cambiado dichas hormonas.

 Se asían a las leyes para proseguir con una labor primordialmente comercial: El exterior, conformado por las ciudades Iris, las ciudadelas del mar y los salvajes, requerían constantemente individuos "especiales", las ciudadelas del mar eran realmente los que mayor responsabilidad tenían, ya que muchas de ellas, por hallarse en altas profundidades, cerca de volcanes submarinos, con alta concentración de salinidad etc, se encontraban valladas magnéticamente, lo que conformaba un aislamiento similar al de las reservas genéticas, manteníendolas fuera de la Ley Plena, y requerían un alto grado de especialización.

Un punto importante hacía diferir la existencia entre reservas genéticas y estas ciudadelas del mar; estas ciudadelas habían desarrollado un mercado de substancias extraordinariamente útiles pero excasas a cambio de las cuales se les administraba prácticamente cualquier cosa que pudiesen requerir, mientras que las reservas subsistían casi sin remedio de los individuos que exportaban. Las ciudades Iris, aunque con menos requerimientos, exigían un "aspecto normalizado" de los individuos que adquirían en modo de alquiler, así que también era necesario experimentar para proporcionar gentes aparente mente "tradicionales" pero que aguantasen 70 ºC, por ejemplo.

 Los "desechos" de esta particular producción, es decir, aquellos individuos que no se adaptaban a los requerimientos, pero que necesariamente se producían en el transcurso de este mercado en las reservas genéticas, quedaban conformando la mayoría de la población de las mismas, siendo su progenie natural ampliamente límitada, según sus características.

La "elite" de las reservas había descuidado tanto, en el transcurso del tiempo, sus obligaciones morales con respecto a la población general, que la subsistencia de los telépatas era insostenible dentro de sus territorios.

El ponente, exiliado dentro del club trigorb, apelaba al buen hacer de todas las representaciones de gobiernos presentes para encontrar una solución. Tal vez para cambiar la Ley Plena e incluir algunas de sus secciones dentro de reservas y ciudadelas.

-Iridia, ¿Qué es la Ley Plena? - Preguntaba Jorge mientras el hombre que tanto se parecía a todos y cada uno de los allí presentes bebía agua, se arrodillaba y tras un largo descanso dejaba espacio para el siguiente- 

-La Ley Plena-Respondió Iridia- es la que nos viene dada por tradición, está regulada por circuitos lógicos, matemáticos, cámaras de vigilancia, regulación del tráfico, regulación de la actividad proporcionada por los compañeros, la existencia circuitos que regulan luces, sonidos y olores que, fuera de la percepción consciente, nos acercan o apartan en nuestro día a día de lugares y personas

 La Ley Plena es la que nos obliga, sin nuestra confirmación, a respetar el código que se aceptó cuando se crearon las reservas genéticas para el espacio natural. Incluso los "salvajes" están bajo su poder, ya que continuamente "insectos" artificiales incursionan en su territorio para asegurar que el índice de robos, asesinatos y otras abominaciones por el estilo se encuentran bajo mínimos.

 Por poner un ejemplo, si nuestro telépata de moda consiguiese, de alguna forma, fecundar con su simiente en territorio natural, incluyendo territorio salvaje, la Ley Plena se encargaría de que la promesa de vida concerniente a su semilla no viese el mañana.

La Ley Plena no actúa en reservas, cuyo territorio está delimitado de forma invariable, ni en zonas debidamente acotadas, zonas con permiso variable, por razón de sus extraordinariamente difíciles condiciones para la vida cercana al ser humano tradicional.

El espacio exterior no está regulado por la Ley... ¡Calla! Es el turno del salvaje.



Un hombre mucho más alto que los que Jorge estaba acostumbrado a ver se acercaba para relevar al telépata. Tenía los brazos y la piernas extremadamente musculados, su torso, apenas cubierto por lo que parecía ser una camiseta de tirantes muy raída, dejaba ver unos pectorales frente a los que a Iridia parecían iluminarsele los ojos. Llevaba una barba muy larga, algo menos que su pelo, de color rojizo, y tenía una piel bastante clara.

-Iridia- comenzó Jorge- Parece que te gusta.

-¡No digas tonterías o te quito el tiempo libre!

El hombre en el púlpito comenzó:

-Vamos a ver. Cooplanetarios. Tenemos aquí un montón de problemas, que yo por mi me los quitaba de golpe; por un lado siempre hemos dicho que la Ley Plena casi que nos sobra, que ya tenemos bastante con tener que aceptar esa, que el mundo es otra cosa.

 Si tengo que dar representación a los míos, hay algunos que creen en eso de la ley del señor, otros de la ley natural, otros de la ley de la fuerza o del sentido común; por ser exactos creo que hay unos tres mil en estos momentos en la gran meseta de la que vengo que están acudiendo a clases de los Iris apalabrados para ver si les interesa, conviene y si les dejan entrar en sus ciudades; pero yo por mí que nos sobra todo eso.

¿Que unos cuantos telépatas lo pasan mal? Pués que dejen de tener progenie y listo, que dejen espacio a los sanos.

¿Por qué después de tanto tiempo siguen los Iris mandándonos hormigas apaciguadoras? ¿Es que no tenemos derecho a luchar por el territorio?

Miraos, sois todos unos blandengues Iris, nosotros, incluso bajo la Ley Plena que viene de vuestras ciudades hemos evolucionado naturalmente, somos más altos, fuertes y listos que vosotros tan ordenaditos. ¡Me sobran las diplomacias! Claro que me gustaría ser telépata... Pero sin las restricciones de la Ley Plena. Y ahora queréis extenderla.

¿Que le habéis contado al compañero? ¿Le habéis contado que igual que éste club seguro que hay otros cincuenta que estarán debatiendo este tema para el futuro, en estos mismos momentos, en la meseta? ¿Que la mayoría estará por la labor de buscarle y entregarle? ¿Que ninguno de ellos tiene conocimiento del resto pero que en todos se encuentran los Iris viviendo su ilusión de líderes supremos?

 Iros al cuerno todos, estoy cansado y mañana tengo fiesta, un amigo mío se casa por cuarta vez este año. Las cosas en su lugar, lo primero es lo primero, por un lado la diversión, que por eso suelo venir, y por otro más diversión. Y el que no pueda que se las arregle.

Amigo mío, si la Ley Plena no estuviese, te lo digo para que lo entiendas, yo te presentaba a una prima mía que sueña con que sus hijas sean telépatas, pero en este plan iba a ser un desperdicio de energía.

 ¡Imagínate que se abren las reservas y los que sufren con poco oxigeno se asfixian de una puñetera vez! ¿Que no ibas a ser feliz? Un par de meses los pasarías mal... Pero después. ¡Anarquía!



El individuo representante de los salvajes miró a un par de seres alados que parecían tener veinte años femeninos y guiñandoles un ojo se atusó el cabello y se pasó las manos por los biceps; inmediatamente después se bajó hacía el público asistente y agarró una botella que se le tendía.


-Pues sí tienes buena vista Iridia, este es cómo parece ser. Mira la foto.

-Después te hago un póster para que lo cuelgues en la pared de tu cubículo.- Jorge se calló y ambos quedaron expectantes el tercer ponente. El que debía ser miembro Iris.





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