martes, 14 de febrero de 2017

Conflicto diplomático



-Son las 7:00 del martes 20 de Septiembre del 645 de Nueva Era. Se encuentra usted en su cubículo base en Vistabelinda en la ciudad de nuevo Magerit en Hispanorm, continente de Europia. En el día de hoy se le recomienda empiece por una alta ingesta en carbohidratos, tras su aseo personal y limpieza del cubículo tendrá lugar un largo periodo de entrenamiento. Dispondrá de un máximo de dos horas adicionales para cumplimentar estas tareas. La ropa elegida hoy para usted es un uniforme entrecolor aguamarina, por el momento todos los componentes de su grupo vestirán este color. Se le recuerda que tiene activación de por vida a modo compañero.

Jorge se levantó, se dirigió al aseo y quitándose el pijama entró en la ducha.

-Ducha convencional 34 grados.

“Ayer estaba demasiado caliente, creo que así será mejor” pensaba Jorge. “No entiendo porqué me he sentido nervioso, a fin de cuentas poco puedo hacer yo para cambiar el control de los Iris, si Iridia o cualquier otro quiere de verdad saber algo lo sabrá, poco puedo cambiar yo eso.”

Sin embargo, aunque la ducha era una auténtica maravilla no podía disfrutar plenamente de ella, y aún seguía teniendo mala conciencia durante el desayuno. Los cereales y frutos secos se le antojaban indiferentes pese a que estaban exquisitamente frescos, la leche de almendras con miel no podía diluir la sensación de que debería haber sido más prudente al hablar con aquella mujer. Discrección, había sido indiscreto, tendría cuidado en adelante. 

Procedió a introducir las ropas sucias en el cesto, estiró las ropas de su cama, barrió y fregó el suelo del cubículo y abrió las puertas de la terraza de par en par. 

-Una vez termine con sus tareas puede elegir acumular el tiempo de ocio sobrante para otro momento en la tableta de que dispone, tan solo tendrá que indicarlo y el sistema le propondrá periodos alternativos para su uso personal. Se le aconseja no acumule todo su tiempo de forma usual, su acompañado puede disponer el borrado de tiempo de ocio acumulado mayor a quince días.

Jorge no quiso postergar aquellos preciosos minutos de libertad, aún incómodo procedió a investigar en su nueva biblioteca, cogió un manual de psicología y ojeó sus páginas durante los tres cuartos de hora que aún le restaban. Tras tres inconfortables advertencias sobre la cercanía del tiempo de entrenamiento el cuerpo de Jorge se incorporó camino del gimnasio del edificio. El cuerpo de Carlos se colocó a su lado mientras los de Ivana y Javier se situaban justo detrás, a su paso por los pasillos el resto de los ayudantes “indirectos” fuerón formando una cola trás ellos. Todos debían de tener potestad sobre el movimiento de sus cabezas y ojos, puesto que estaban moviendolos con avidez en la busqueda de detalles mientras bajaban. Jorge no pudo evitar preguntarse por cuál sería la historia de cada una de aquellas personas, le producía desasosiego que no pudiese albergar esperanza alguna de averiguar más que la de sus tres ayudantes directos, aunque ni siquiera sabía que les preguntaría, comenzar por sus “delitos” podía estar fuera de lugar, además ignoraba cómo podría asignarles tiempo de ocio o palabra abierta en su presencia. Esa sería su siguiente tarea.

El gimnasio estaba dos plantas bajo la entrada principal, las escaleras prometían más plantas bajo ellos, aunque ignoraba si sabría cuantas había o que dependencias albergaban, parecía que los Iris habían desaparecido, pero otros tres grupos de compañeros se habían incorporado tras ellos en fila. Una amplia sala albergaba varias máquinas de cardio en su mitad más alejada, los remos, cintas corredoras y bicicletas estáticas amenazaban con la próxima extenuación mientras estiraban y doblaban piernas, brazos, cuellos y espaldas. Después de quince minutos la amenaza acudió a ellos en forma de ejercicios continuados hasta más allá de completar la hora; cuando bajaron de las máquinas y sus cuerpos se tumbaron en reposo Jorge sabía que aquello no había terminado, no había pasado tanto tiempo, tras una puerta detrás de las máquinas de cardio les aguardaba una sala con más y más artefactos demoníacos y con pesas y cuerdas, pero lo que sí le tomó por sorpresa fueron los tatamis acolchados.

-Trate de memorizar los movimientos de ataque y defensa, es probable que en el futuro se le adjudique tiempo de movimiento libre para reproducirlos frente a compañeros guiados.- Decía en su cabeza la demoledora voz mientras Jorge sudaba y sudaba.

Tres horas y media después tomaron rumbo de regreso a sus habitaciones.

-Dispone de dos horas para ducharse, prepararse la comida y realizar su ingesta, después acudirá al salón de actos para escuchar una conferencia sobre el estado de reserva genética. Asegúrese de incorporar abundante proteína y carbohidrato.

Colocó algo de pasta a hervir en el fuego programado y se fué a la ducha, comió aquellos “macarrones aplastados” con salsa de tomate mientras unos filetes rusos se terminaban a la plancha. Aún así no consiguió reunir más que cuarenta minutos de ocio, se asomó a la terraza y sorprendido vio cómo los compañeros de su grupo estaban en el jardín recogiendo las hojas secas de los árboles, segando el césped, limpiando los estanques… Trató de ver si entre ellos estaban Carlos, Ivanna o Javier, parecía que no. Apenas dos minutos después todos, en apariencia de común acuerdo, se retiraron al interior del palacete, un grupo, aún más amplio, de entrecolor aguamarina se apropió de un invernadero próximo, cada individuo cogió una tumbona, los hombres se quedaron con el torso desnudo y las mujeres llevaban apenas una especie de top, se tumbaron al sol y comenzaron a tostarse sin más movimientos ni conversaciones adicionales, un par de individuos ataviados con ropas de los colores del arcoiris aparecieron desde el fondo de la escena, parecían entablar una interesante y acalorada conversación, al pasar cerca de los aguamarinas callaron y dejaron de gesticular.

-¡Y los van a mandar a la playa, a ver si consiguen ver quien es!

Escuchó Jorge justo cuando pasaban por debajo de su terraza. No consiguió escuchar nada más, pero claramente parecía que tenía que ver con los pobres que tomaban el sol de forma obligada. Pasó al interior preguntándose qué escucharía en la conferencia, cogió su libro de psicología, “Psicología aplicada de masas y curiosidades antropológicas”, ojeó el capítulo que hacía referencia a experimentos sociales de los siglos XX y XXI de la era anterior, resultaba estremecedor pensar en los experimentos de Milgram, en tantas personas siguiendo las instrucciones de alguien poderoso sin tener en cuenta las consecuencias aparentemente reales que tenían para un tercero. Su cuerpo dejó de ser suyo y se encaminó hacia las escaleras, las agujetas habían hecho ya su presencia, los abdominales, los pectorales, los brazos, pero especialmente las piernas le dolían mientras bajaba, si hubiese podido habría gritado, una planta más abajo la voz resonó en su cabeza:

-Ha recibido una sobrecarga, lo lamentamos, procuraremos solventar su adecuación al ejercicio en el futuro, no se preocupe, dispondremos para usted de acceso a los ascensores. Mañana quedará dispensado de actividad física alguna.

Mientras se dirigía al extremo contrario del pasillo, en ruta hacia el ascensor, varias personas vestidas de arcoiris y teja fueron acompañándole, incluso pudo observar parte de la “habitación” de uno de aquellos Iris mientras la abría para incluirse en el “grupo”; de colores cálidos con una estantería circular, enorme y oscura, en cuyo centro un pequeño buda, parecido al que viera la noche anterior, esperaba su ofrenda.

Eran muchas conversaciones las que le envolvían, tantas que no pudo sacar nada en claro de ninguna de ellas.

-Pués parece que le gusta el sol- decían uno

-Tenemos que ajustar los límites, así parece incongruente. decía otro

-Me gusta tu nuevo sombrero, es curioso que hayas decidido usarlo en el interior.

-No tengas problema en plantearlo.

Tras salir en la planta baja todos incluido Jorge se encaminaron al ala oeste, allí un enorme salón de actos abría sus puertas y ofrecía sus acogedores butacas, Jorge deseaba sentarse en una de ellas cuanto antes.

-¡Hola Jorgito!- Le espetó Iridia de improviso en la cara mientras le daba una fuerte palmada en la espalda.

-”Maldita sea, eso duele” Pensó el pobre.

-Creo que nos vamos a sentar juntitos ¿Qué te parece?

Iridia se adelantó hacia su asiento y el cuerpo de Jorge pareció seguirle sentándose en la butaca contigua.

-¡No te quejarás! Tiene respaldo acolchado y reposabrazos. Espero que te haya sentado bien el ejercicio.-Mirandole a los ojos añadió: -Tus compañeros han recogido las hojitas, espero que no te parezca aburrida la conferencia, cuando termine te haré unas preguntitas sobre la misma, para asegurarme de que has estado escuchando. No quisiera mandarte a regar las flores…




La sala tenía un revestimiento de tela dorada, con adornos florales rojos y cortinas a juego, la luz venía tanto del techo como de los laterales y las butacas dispuestas circularmente frente a un escenario de quince metros hacían converger las miradas a un pequeño pulpito dispuesto con un micrófono. Un hombre, relativamente bajo en comparación con el resto de personas de la sala y vestido de verde, iba tomando el protagonismo según avanzaba entre las butacas, sembrándolas de un reverente silencio, al terminar de subir la pequeña escalera del pulpito comenzó: 

-Hola buenos días. Mi nombre es Hector, soy miembro Iris desde hace veinte años, tengo treintaiseis años y estudio reserva genética 125 desde hace quince. En todos estos años he venido advirtiendo de la inconveniencia de admitir su sistema de gobierno: ¡Una democracia en pleno 645 de Nueva Era! ¡Inconcebible!...

La conferencia versó principalmente sobre una “somera” ,según Hector, explicación de los diversos tipos de gobiernos que se pueden plantear para guiar la evolución de un grupo de personas, sobre las expectativas de sus miembros, el uso de sistemas informáticos y de rendimiento para determinar la valía de los indivíduos y su idoneidad para los puestos asignados, sobre la incidencia de la telepatía, fenómeno excluido en federaciones Iris de Europia, en las formas de gobierno anticuadas y en otras teorías aún más complejas. Después de tres horas de conferencia, cuando aquel personaje vestido de verde parecía perder el aliento, la saliva y la vida en su discurso se llegó al meollo del asunto: Un telépata, de reserva genética 125, había huído hacía más de cuatro meses y nadie había podido averiguar su paradero, debido a los límites físicos con la distancia del alcance de la telepatía, no se podía localizar al susodicho ejemplar. Las motivaciones parecían ser las depresiones continuas de un grupo minoritario, los individuos con necesidades adicionales de oxigeno y la desconsideración del gobierno actual de 125 para con ellos. Los telépatas sufrían con ello tanto como si lo viviesen en carne propia. Se trataba de aconsejar una posible intervención en un futuro no muy lejano mientras la conveniencia exigía devolver al desencadenante de aquella crisis diplomática.





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